Guardar la fama y el buen nombre

En estos tiempos, en un ambiente en el que predominan los vientos de Odebrecht, hay dos tipos de gente que empieza a inquietarse: los posibles implicados, por razones obvias, y los políticos, en su afán de figuración pública. Estos últimos hacen daño al movimiento contra la corrupción, porque les importa un bledo a no ser para promocionarse y posicionarse. En su exhibicionismo hasta mienten adrede y hablan sandeces con tal de lograr un titular, con lo que olvidan que en cualquier manifestación de la vida cuando se pierde la vergüenza, cuando no hay pudor y ni siquiera se guardan las apariencias, se empiezan a orillar los caminos de la prostitución, contra la que no valen fama propia ni buen nombre.