Impronta de presidentes

A Juan Bosch no le dieron mucho tiempo para demostrar que en los actos oficiales en el Palacio Nacional se cambiaría el brindis de champagne por mabí; el mismo mensaje de austeridad y humildad lo ofertó Jorge Blanco, que hasta las luces de los semáforos empezó respetando; también lo hizo, con su origen campesino y personalidad propia, Antonio Guzmán. Ambos despojaron de solemnidad algunos ritos del poder, pero en esos dos gobiernos del PRD (1978-1986) la frugalidad no marcó la tónica. De Hipólito, ni hablar: se acabó la francachela y el boato, fue su primera expresión, y nada fue distinto; por el contrario. Balaguer, en sus sucesivos mandatos, nunca varió su estilo: pobre y austero él; millonaria y dispendiosa su corte. Continuaré.