La figura presidencial
Con Abinader, todavía sin sentarse en la silla de alfileres, se cumple algo de nuestro escaso desarrollo institucional: el presidencialismo. Todos esperan algo; la creencia es que el presidente de la República lo puede todo; dar y quitar. Esto incluye el endiosamiento, pues existe el convencimiento de que saca desde donde no hay. Sería saludable que el presidente electo no alimente que se rinda culto a su figura y que le reste peso a la autosuficiencia que se atribuye al cargo pero sin caer en el machepismo, pues lo vivimos con los que brindaban agua de coco y los que respetaban la luz roja del semáforo; con los que eran un chiste, los que prohibieron sus fotos en oficinas y los que se sentaban en sillas de plástico.
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