La política por doquier

Siempre se alega que a los partidos tradicionales no les cabe más descrédito, y desde hace rato que se vaticina su desplazamiento. Pero lo que vemos cada día, a un año de las elecciones nacionales y sin ofertas nuevas, es que la gente empieza a animarse. Si fuera verdad que el pueblo está cansado de políticos y de promesas, y que permite que lo engañen cada cuatro años una y otra vez, para luego volverse a dejar engañar, lo que se debería hacer, como en la parodia de Bertolt Brecht, es disolverlo por terco y cabeza dura y elegir un pueblo nuevo. Pero qué va, enrumbamos hacia unos comicios con los mismos partidos, y con el mismo pueblo de fino olfato para darse los gobernantes que entienda satisfacen sus expectativas.