La rispidez del debate
El tono de la confrontación entre algunos de los actores de la actual coyuntura está llegando a nivel de vocinglería; no hay propuestas, solo acusaciones y descalificaciones que tocan lo personal. Quizá debieran irrumpir voces sensatas que inviten a la moderación y a la decencia, aunque el dime y direte tiene de positivo que ha obligado a que viren sus cartas marcadas gente que simulaba un bajo perfil. Es bueno, para que no haya engaños, ver con ropa de tígueres y exaltados a políticos mansos que llevaban brasas en los bolsillos sin que se les quemara la ropa y que aparentaban caminar por carbones encendidos sin que se les quemaran los pies. Pero, pasajes bíblicos aparte, han tenido que saltar al ruedo como lo que son.
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