La verdad no tiene dueño

Al paso que vamos, con tantas descalificaciones personales, habrá que convenir que la verdad es propiedad privada de un grupito de intelectuales que sólo acusan sin dejar espacio para debatir, y de periodistas que han trastocado el informar por opinar. También tienen su patrimonio algunos politicastros y autosuficientes que manipulan a su antojo a grupúsculos que se hacen llamar “sociedad civil”, en cuyo interior no hay espacio para el disenso. Se trata de gente de doble moral que en defensa de su “verdad”, han instaurado un paredón ante el que aplican la peor de las penas de muerte, la moral. Y lo hacen en juicios sumarios, a partir del rumor público, de la presunción de dolo o por interés comercial y político.