Las élites le temen a la democracia

La deplorable exhibición de los señores legisladores y el escenario de acusaciones y sospechas que han creado, es la mejor demostración de que si el proyecto de ley de partidos tiene años que va y viene y nunca lo aprueban es, sencillamente, porque todos temen, como el diablo a la cruz, a la democracia a lo interno de sus organizaciones. Es inexplicable el desprecio a que haya padrones transparentes, a que se fiscalicen fondos, a que se obligue a rendir cuentas y a que se regularicen sus eventos partidarios, salvo que no se deseen reglas claras ni que la institucionalidad llegue a sus filas. Total, y es la experiencia de América Latina, la ley por sí misma no cambia la cultura autoritaria de las élites partidarias.