No abusar del abuso

No es lo mismo que el Papa ordene investigar denuncias recientes de abusos sexuales en el preseminario de la Santa Sede, que como arma política se ventilen casos ya sancionados de la vida sexual de Bill Clinton, con lo que de paso se pretende dañar a Hillary. Los escándalos que implican a gente del espectáculo y de la política son de espanto y brinco, y el hecho de que los abusos y las infidelidades de Bill Clinton recobren vigencia es un indicativo del resurgir de las denuncias de un tipo de agresión tan vieja como la vida misma, pero que en el mundo actual despierta más sensibilidad, tanta que hasta con lo pasado, aunque lo creamos arrojado al abismo, hay que inclinarse, como sentenció Shakespeare, “para ver si está bien muerto”.