Noche de paz, noche de amor

Abrigo el deseo de que cada quien celebre a su manera. Y si hay apego a la tradición cristiana, que prime la sencillez y no el boato y la glotonería. Eso es lo que sugiere el acontecimiento, porque se trata del advenimiento del niño Dios, que llegó al mundo sin ostentación, en un pesebre, símbolo y mensaje de la humildad. Esta Nochebuena debe tener el tamaño que le dé cada cual siempre a tono con sus posibilidades y creencias, porque suscribo aquello de que el hombre es tan feliz y tan desgraciado como cree que es. Otra cosa: ojalá que a la hora de cenar, del encuentro en familia, no timbre un celular y que nadie deslice el dedo en una pantalla buscando algo distante, mientras ignora al que está a su lado.