OEA se fue, ¡qué bueno!

Podría aparentar ser un idealista trasnochado pero no renuncio a alegrarme de que finalizara la observación electoral de la OEA, a la que los partidos asignaron una degradante prestancia y autoridad moral sin correspondencia con su deuda histórica con nuestro pueblo. Cada vez que la OEA pise suelo patrio hay que denunciar su responsabilidad en la oprobiosa invasión gringa de 1965. Y resaltar que el arrojo de los dominicanos malogró el plan original pues, al decir de Galeano en Memoria del fuego, los invasores no pudieron instalar a su general y, sin embargo, “Los ningunos, los ninguneados” no se dejaron “ningunear” y tras 132 noches, incapaz de arrancar una rendición, el poder extranjero no tuvo más remedio que aceptar un acuerdo.