Pobre del trabajador

La consigna favorita de aquellos tiempos era: “Primero de mayo, revolucionario”, con la que se reivindicaba a la clase obrera como la más decidida porque solo tenía que perder “las cadenas que le oprimen”. Hoy, con este mundo tan cambiado, que en nada se parece a cuando “un fantasma recorría Europa”, uno no sabe qué decir ni qué ensalzar del primero de mayo, con dirigentes sindicales momificados y un patrón cicatero, que no da ni dice donde hay, que lleva la voz cantante y que se sirve con la cuchara grande.