Psicópatas

Independientemente de la religión que se profese (y sobre todo si no se profesa ninguna), Occidente es un estado mental. Es un grado de desarrollo de las libertades individuales y colectivas. Es una aceptación de determinadas reglas, de derechos y obligaciones que han costado siglos. Es un proceso inacabado que por ahora ha logrado las sociedades más desarrolladas e igualitarias. Con todos sus defectos y con sus metas inalcanzadas.

La destrucción de patrimonio artístico milenario por parte del Estado Islámico acongoja. Y el secuestro, tortura y asesinato de cristianos estremece. Son unos bárbaros. Crueles fanáticos que destruyen para construir una sociedad atrasada y paralizante. Que matan disfrutando matar. Psicópatas.

¿Cómo encajar estas mentalidades enloquecidas en las sociedades occidentales, en las que muchos de ellos viven, han nacido? Europa empieza a tratar de contenerlos. Austria y Francia limitarán la libertad de los imanes radicales.

¿Todas las ideologías son respetables? No, mil veces no. Y es una paradoja que ser demócrata signifique permitir actuar a quienes tratan de destruir la democracia. Es absurdo creer que la convivencia con los islamistas radicales (como con los nazis o los jemeres rojos, por poner ejemplos de la Historia) es factible.

La duda es si basta con hacer normativas, o si directamente hay que expulsar de los países democráticos a los que dedican su vida a destruirlos. Es la pregunta que ya Platón se hacía: ¿qué hacemos con los tiranos?

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