¿Quién es el dueño del librito?
Lo de San Cristóbal fue ensayo o provocación...
Nadie sabe de quién es el librito, si de Leonel o de Temo, pero la verdad que si le funcionó al primero ¿por qué no al segundo?
Temo ya se montó en la ola, y se deja llevar como niño de la mano, confiando en que las oportunidades las sigan pintando calvas.
Si no, se verá obligado a ladear el sombrero más que antes, como si fuera salsero, y dejar de cantar merengues que en su voz eran como himnos.
Dolorita, por ejemplo.
Cuando Leonel era " un muchacho flaco " no perdía ocasión de dar charlas a compañeros de los intermedios, de manera que se conoció al teórico antes que al dirigente.
Temo va por el mismo camino, ahora que corre por la candidatura presidencial, y una charlita por aquí y otra por allí no le quitan tiempo ni gasta dinero.
La de San Cristóbal fue de ensayo o de provocación, hablando sobre la alternabilidad en el partido, pero después vino Santiago, ya más en lo suyo: la Economía. Y Moca, con buen despliegue de prensa.
Hasta ahora responde a invitaciones, y lo mejor de todo, de senadores, jefes políticos en sus pueblos. Van dos, faltan veintinueve.
Con ese colchón, no diría dormir, sino hasta roncar.
Temo ya se montó en la ola, y se deja llevar como niño de la mano, confiando en que las oportunidades las sigan pintando calvas.
Si no, se verá obligado a ladear el sombrero más que antes, como si fuera salsero, y dejar de cantar merengues que en su voz eran como himnos.
Dolorita, por ejemplo.
Cuando Leonel era " un muchacho flaco " no perdía ocasión de dar charlas a compañeros de los intermedios, de manera que se conoció al teórico antes que al dirigente.
Temo va por el mismo camino, ahora que corre por la candidatura presidencial, y una charlita por aquí y otra por allí no le quitan tiempo ni gasta dinero.
La de San Cristóbal fue de ensayo o de provocación, hablando sobre la alternabilidad en el partido, pero después vino Santiago, ya más en lo suyo: la Economía. Y Moca, con buen despliegue de prensa.
Hasta ahora responde a invitaciones, y lo mejor de todo, de senadores, jefes políticos en sus pueblos. Van dos, faltan veintinueve.
Con ese colchón, no diría dormir, sino hasta roncar.
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