Renuncian los Castillo...

Y el Gobierno respira aliviado... aunque no lo diga

La renuncia de los Castillo no va a hacer que llueva ni que el sol se oculte, pero no dejará de ser tema de debate y expresión de cambio, pues era una asociación de muchos años.

Nadie sabe ni entiende cómo Vincho logró más empatía con Bosch que con Balaguer, o ganarse para sí a Leonel, siendo uno y otro de izquierda.

Danilo, sin embargo, es Danilo.

El rompimiento no sorprende, pues era una vieja amenaza, aun cuando se dice que perro que ladra no muerde. Los dirigentes de la Fuerza, por lo visto, ladran y muerden.

Sin embargo, no deja de intrigar que el alejamiento sea por la reforma constitucional, y no por la política oficial respecto a los haitianos.

Entonces hay que convenir que el problema no es tanto la reelección por la reelección, sino porque ésta cierra el paso a Leonel, interesado en un cuarto mandato.

Vincho hace lo que Leonel no puede hacer: irse con sus resabios a otra parte, y el gobierno lamentará de boca la decisión, pero en el fondo se sentirá aliviado.

No era fácil tener a Vinicito 24 horas al día con una correa en la mano, dando pela.

¡Ufff, qué respiro, Dios!