Todos son honestos

En un santiamén apareció la solución. De buenas a primeras no hay empresarios evasores ni políticos corruptos; tampoco contratos leoninos de electricidad y peajes, ni sobornos ni comisiones; el Congreso declaró enemigo al hombre del maletín, en la frontera desapareció el comercio humano y en puertos y aeropuertos no hay quien coja un chele para que pasen drogas y mercancías. Qué miopes fuimos al no ver que el problema de la Justicia era solo un juez. Y qué bueno que estemos todos a una contra la impunidad.