Vientos de arrabal entre diputados

Poco falta para que un honorable diputado o, por qué no, diputada, se “encuere” en la sesión. Primero fue el que se quitó la correa en puro gesto populachero, y ayer a otro se le subió el tigueraje del barrio a la cabeza y se encaramó en su asiento para reclamar un turno en forma airada. La presidenta de la Cámara de Diputados debe usar el mazo al mejor estilo de Abel Martínez y poner orden en la casa. No estaría de más que convoque un cursito de buenos modales, y que refuerce la vigilancia en el detector de metales, no vaya a ser cosa.