¿Y los progresistas?

Una posibilidad que arroja el análisis desapasionado de la coyuntura, es que Hipólito podría retornar en 2016, no por la revitalidad de sus ideas políticas, sino por la frustración con los peledeístas. Sería una vuelta atrás, pero es el precio de la falta de opciones por fuera de los líderes tradicionales. Ahí fallan los sectores progresistas, que al no erigirse con discurso propio, desaceleran el desgaste de “lo viejo”. Peor aún, pactan con el pasado para también “subirse en el palo”.