Ya se siente la reforma

Juan Bosch decía que en el país no se había desarrollado una verdadera burguesía y que esa era la razón de que no existiera una clase gobernante.

Esa fue su tesis de años, y no se le contradijo, pero no tanto porque estuviera en lo cierto, sino porque la pereza intelectual hace ola y ahoga todo debate profundo.

La oposición dijo que la reforma iba a provocar alzas de precios, y el gobierno se ocupó de que no fuera así: la canasta estaba exenta de los nuevos gravámenes.

Verdad o mentira de la oposición o del gobierno, hay abusos que no se denuncian y solo se informan, pero que dejan mal parados a los dueños de comercio.

El ciudadano de a pie entiende que los aumentos de la reforma entrarán en enero, pero los está sintiendo ya, y privando de inteligente, no se lo atribuye al gobierno, sino al comerciante.

Los supermercados y las tiendas están lavando oro sin ser la Barrick, y Adam Smith, por su parte, ya no tiene la mano invisible que hizo famoso su postulado.

Cuando el cliente averigua, el empleado lo enfrenta con cinismo: Ese es el precio de reposición.