Yo también quiero mi reforma tributaria

-¡Hurra!, Abimbao, al fin he logrado que el presupuesto me cuadrara.

- ¿Cómo así, Cucharita?

-Había estimado que me ingresarían RD$352,000 de un embullo que tengo por ahí. Y que gastaría RD$374,000 en otro can que mantengo más allá.

-Sí. A ver... pero eso no cuadra. Si sumas y restas, tienes RD$22,000 de faltante.

-No, ya lo resolví.

-No te creo. Explícame cómo lo hiciste.

-Mire, sabía de antemano que me iba a entrar menos de lo que pensaba: sólo RD$320,000, en vez de RD$352,000 que tenía registrado.

-Cucharita, eso aumenta tu déficit, no lo elimina. Supongo que vas a disminuir el gasto, porque de lo contrario empeorarás tu situación económica.

-Es que usted no se acuerda de las matemáticas. Recuerde que más por menos, da menos. Y menos por menos, da más. Por tanto, si tengo menos, debo aspirar a más.

-Déjate de jarana. Te vas a meter en un embrollo soberano.

-Es que el gasto se ha encaramado a RD$476,000, por encima de las apropiaciones. Y, aposta, había dejado de contabilizar el subsidio eléctrico que le doy a la chivirica que vive en el zaguán, para tranquilizar al guardián del barrio. Y reconozco que me aloqué con el romo, cerveza, y otras amenidades y mañoserías. Pero acabo de anotar en la libreta todo ese gasto como un presupuesto complementario. Y, ¡coja usted, zoquete! El problema ha quedado solucionado.

-Cucharita, eso no está bien. Déjame hacer cuentas… Carajo, tu déficit va a saltar de RD$22,000 a RD$156,000. Y eso es demasiado. Es siete veces más de lo que tenías planificado. Así no hay peje que llegue a grande.

-Usted olvida que mientras más grande sea la deuda, mayor es la posibilidad de no pagarla. Además, Krugman afirma que hay que gastar más.

-Y, ¿puede saberse cómo te vas a financiar? No cuentes conmigo, que mi bolsillo está marchito.

-Le he echado un fiao a Bombolón. Y estoy cogiendo a crédito el romo y los discos que pongo a tocar en el colmadón para seguir ripiando en banda a la chivirica. No he perdido capacidad de absorción: echo mano a todo lo que pasa por mi lado.

-Cucharita, te veo muy mal.

-Usted no sabe lo bien que se siente uno, gastando el dinero de otros.

-Ten cuidado. Por ahí vienen los de la reforma tributaria.

-¿Y qué? Lo de ellos es grande y tortuoso, y no se sabe en qué se utiliza, mientras lo mío es chiquito, y todos saben que lo uso para no pasar la vida en pena.

-La diferencia es que ellos pueden cobrar sus excesos a todos, legalmente, mientras que tú tendrás que ir a la cárcel, o correr para que no te alcancen.

-Anjá. Así sí es bueno. Entonces, yo también quiero tener mi propia reforma tributaria, para cubrir el déficit y repetirlo el año próximo.

-No saques las cosas de contexto, que la reforma tributaria no es la culpable, aunque todos los palitos les han caído encima. Conviene legitimarla, reestructurar a profundidad el gasto y darle calidad y racionalidad.

-¡Ah! Ya verá lo rápido que resuelvo lo de la calidad del gasto: ¡Nikima, Nikima! Tráeme media botella de etiqueta negra, y olvídate del ron que te pedí.

-Cucharita, aunque tu jumo sea más caro, vas a seguir teniendo déficit y deuda. Y no tengas dudas de que te lo harán pagar.

-Y, ¿usted cree que habrá reforma integral?

-Si se reduce el déficit, la deuda pública, y se soluciona el problema eléctrico y el de la deuda cuasi fiscal, la reforma tributaria se convierte en integral. Esa es la pata que le falta al gato.

-Bueno, eso vendrá después, pero ahora estoy harto de que usted me amargue esta vida errante y azarosa. ¡Zape pata, digo gato!