Cuestión de ahorro

A estas alturas todos hemos oído hablar alguna vez de la economía de la lengua. Y no es que nuestro idioma sea duro de codos; es que se precia de aprovechar al máximo todos sus recursos, que no son ilimitados. Sucede así, por ejemplo, con algunos adverbios y preposiciones. La lengua permite que, cuando se encuentran en la misma frase, se coordinen y trabajen al mismo nivel mientras comparten su término como buenos compañeros para evitar redundancias.

Si decimos No me aclaró si lo quería más dulce o menos dulce, repetimos el adjetivo dulce innecesariamente. En casos como este los adverbios más y menos pueden compartir el adjetivo al que ambos modifican: No me aclaró si lo quería más o menos dulce. El mismo fenómeno de ahorro de recursos lingüísticos tenemos en No lo localicé dentro ni fuera de su casa; los adverbios dentro y fuera comparten el sintagma preposicional de su casa.

Las preposiciones también pueden compartir sus términos; si decimos ¿Prefieres el café con o sin azúcar, con y sin comparten el término azúcar. No sucede con todas. Es posible encontrarlo en preposiciones que guardan cierta relación de significado: Desde que fue padre todo lo hacía por y para su hijo.

Para que esta posibilidad de trabajo en equipo se produzca los elementos tienen que estar al mismo nivel; es decir, uno de ellos no puede estar subordinado al otro. En la lengua esta forma de relacionarse se llama coordinación. Si se fijan, todos nuestros ejemplos están ligados por conjunciones coordinantes: y, o, ni. La lengua no deja de enseñarnos. Coordinar energías para ahorrar esfuerzo.

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