¿Qué infecciones podemos contraer en las piscinas?

Los organismos patógenos que se pueden encontrar en aguas recreativas son diversos

¿Sabes a qué infecciones te expones cuando nadas? (Pexels/mali maeder)

La llegada del calor provoca la trashumancia masiva hacia las piscinas y los centros de ocio acuáticos. Ignorando, quizás, que las actividades recreativas en piscinas, spas, jacuzzis, lagos, ríos u océanos nos exponen a contraer diversas enfermedades infecciosas, que generalmente afectan al sistema digestivo, a la piel o al sistema respiratorio.

Solo en España hay más de 1,2 millones de piscinas privadas de uso unifamiliar o disfrutadas por una comunidad de propietarios cuyas aguas hay que vigilar para evitar que proliferen microorganismos patógenos. Una cifra a la que hay que añadir más de 70 000 piscinas de uso público.

Los organismos patógenos que podemos encontrar en aguas recreativas son diversos: pseudomonas, protozoos, estafilococos, estreptococos fecales, coliformes fecales como la famosa Escherichia coli, coliformes totales, norovirus o incluso legionela, que suele aparecer en piscinas climatizadas o spas.

No hay datos globales de España, pero en los Estados Unidos, entre los años 2015 y 2019, más de 3 600 personas enfermaron por bañarse en agua mal desinfectada en piscinas, jacuzzis y parques acuáticos. Hubo 286 hospitalizaciones y trece personas murieron.

Los niños, las mujeres embarazadas y las personas inmunocomprometidas tienen un mayor riesgo de contraer una infección mientras nadan.

La acción desinfectante del cloro

El cloro es el desinfectante más habitual utilizado en el agua de piscinas. Mata las bacterias atacando los lípidos de las paredes celulares y destruyendo las enzimas y estructuras dentro de la célula.

El cloro que queda en el agua tras acabar con toda la comunidad microbiana se llama cloro libre residual. Sus valores deben de estar entre 0,5 y 2 miligramos por litro, porque la ausencia de cloro o la superación de ese límite conlleva el cierre de la piscina.

El causante de la irritación de ojos y de los malos olores en el agua es el cloro combinado residual, que resulta de la combinación del cloro libre con otras sustancias no patógenas presentes en el agua.

También se mide asiduamente el nivel de pH, que debe mantenerse en unos valores aproximados de entre 7,2 y 7,8.

Si el pH es ácido (valores por debajo de 7) los bañistas pueden sufrir daños en las mucosas, ojos, piel, etc. y los elementos y materiales que componen la piscina se deterioran con mayor rapidez.

Por el contrario, si el pH es excesivamente básico (valores por encima de 8), el desinfectante no actuará con eficacia, y los usuarios pueden sufrir problemas dérmicos y las algas y microorganismos proliferaran con rapidez en el agua, que puede adquirir tonalidades verdosas.

Baños en ríos y lagos

La reciente detección de Cryptosporidium hominis y otras especies de criptosporidios en los zorros salvajes gallegos puede indicar la probable superposición de los ciclos selváticos y domésticos de este parásito en entornos rurales. Y si hay transmisión activa entre animales de granja y animales salvajes, se abre la posibilidad de transmisión a los seres humanos.

Ese es uno de los motivos por los que no es recomendable bañarse en zonas naturales, como ríos, lagos u arroyos no controlados. Del mismo modo, es peligroso que las mascotas naden en agua dónde exista una proliferación de microalgas, diatomeas, cianobacterias o dinoflagelados, porque pueden intoxicarse. La presencia masiva de estos organismos puede teñir el agua de color verde o azul verdoso, e incluso con tonos naranja/rojo o amarillo/marrón. Solo las toxinas potenciales producidas por los dinoflagelados marinos causan más de 60 000 incidentes de envenenamiento por año, con una tasa de mortalidad del 1,5 % en todo el mundo.

Volviendo a las piscinas, para esquivar todo lo posible a las infecciones debemos asegurarnos de que el agua donde nos bañamos se limpia y mantiene regularmente, evitar tragar agua mientras nadamos y no bañarnos cuando estamos enfermos. Procurar no orinar en el agua, ni cambiar pañales junto a la piscina. Tomar una ducha rápida antes de entrar en el agua es otra medida preventiva importante, al igual que evitar que las mascotas entren en el agua. Al salir del agua, es prudente secarse los oídos para prevenir infecciones. Y si en algún momento presenciamos o detectamos un incidente fecal, conviene avisar inmediatamente al personal de la piscina.

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