CARNAVALES 2008 (IX) cabral - África por las venas del Sur

El carnaval cimarrón tiene dos casas en el Caribe mestizo: Cabral, al sur de República Dominicana, y en la hermana Haití, al lado oeste de la isla. Se trata de la expresión cultural del continente neg

Los fuetes son el símbolo de la purificación y la libertad de los esclavos. Ramón Espinosa

CABRAL. La herencia africana, con importante lugar en el árbol genealógico de la cultura dominicana, suele ser olvidada y en ocasiones despreciada, opacada por una herencia católica española que protagoniza el pasado de una convivencia mestiza.

Pero en la Semana Santa las cachúas nos recuerdan como los negros esclavos se alzaron en busca de una identidad propia y de una libertad que les correspondía, celebrando así un carnaval cimarrón, de origen africano, con símbolos y contenidos y fechas que no corresponden a las costumbres  de los carnavales de Europa.

En el calendario, este carnaval tiene tres días de duración. Empieza a las 12:00 de la noche del Sábado Santo y termina a las 12:00 de la noche del lunes después de Semana Santa.

República Dominicana y Haití son los únicos países del Caribe donde esta expresión pervive. El área dominicana de mayor expresión es Cabral, poblado que queda a 16 kilómetros al oeste de la ciudad de Santa Cruz de Barahona, en plena región Sur.

Las Cachúas, los más importantes personajes de este carnaval, visten con coloreados ropajes, alas de murciélago y máscaras con cachos de intensos colores de papel crepé. Se les denomina así por sus cachos en la máscara. Salen a las calles de este pueblo sureño  repicando sus fuetes, que es el símbolo de la purificación del triunfo del esclavo ante la mano recia del amo blanco.

Se trata, según investigadores como Dagoberto Tejeda, de un culto en el que se satiriza al diablo católico.

Desde el Viernes Santo, y durante tres días, se apoderan del pueblo de Cabral y las localidades vecinas como Barahona, Duvergé, Neyba y Pedernales.

Fiesta de guerra

Este carnaval cimarrón no es más que el eco de la voces de aquellos esclavos que hace 500 años llegaron a la fuerza y que encontraron en esta celebración el desahogo que les permitió revelarse contra las creencias impuestas por el mundo católico y reivindicaban en su festejo los antónimos de la esclavitud y de la muerte.

La fiesta es de guerra. Los cachúas llevan fuetes con los que enfrentan a los civiles, que son todos aquellas personas que deciden pisar las calles para desatar la furia del látigo en medio de lo que se conoce como el punteo, que no es más que el enfrenamiento entre los disfrazados y los de civil.

Como en todas las expresiones carnavaleras del país, en Cabral también se crearon nuevos personajes. 

Uno de los más populares es "Jua", que es la representación del calié o del traidor que secundaba las medidas opresivas del tirano Rafael Leónidas Trujillo. Se trata de un muñeco espantapájaros que en la culminación del carnaval es colocado en la cumbre del obelisco del pueblo. Está elaborado de hojas de plátano y vestido como un cachúa con fuete. Claro, con su fuete en mano.

Viaje al Sur

Si bien el carnaval cimarrón corre por los días de Semana Santa, en febrero es cada vez más visible el festejo carnavalero de los cachúas, que durante el mes patrio desatan la furia de sus látigos por toda la línea suroeste del país, con el eco de un carnaval que perdió sus matices europeos y se abrió hacia la expresión más pura del continente negro. Por la zona la oferta hotelera es variada, sobre todo en Barahona que cuenta con hoteles en el pueblo y hasta edificaciones con el sistema todo incluido, como el Bahoruco Beach Resort.

La comida de la región es sabrosa. Del mar y de la tierra salen sus platos. Los pescados y los plátanos de la localidad son algunas de las delicias de la región.