Batman v Superman

Hay ridículos que se hacen con entusiasmo revolucionario. El de Zack Snyder, el director de “Batman v Superman: el amanecer de la justicia”, pidiendo a los críticos y demás personas de la industria a que mantengan el secreto sobre las ‘sorpresas’ de su película, es patética.

Ver la película me ha dejado una roma sensación a tiempo perdido.

Que uno tenga que estar al tanto de los comics y sus personajes para entender un filme es la misma fórmula que se usaría si para entender una novela hubiese que leer determinados posts de Instagram.

Lo cierto es que hasta mi cabezazo dí tratando de seguir una historia farragosa de tan elemental. Y donde la mentira del enfrentamiento entre los dos superhéroes es una tomadura de pelo que casi llega a ser una payasada.

Como actuación la de Jesse Eisenberg como Luxor, me parece más trabajada que la del Superman de Henry Cavill, el más soso que pueda conocer un norcoreano; que supera con creces al Batman de Affleck, quien sin dudas anda ‘afflectado’ con el resultado artístico de la película y la apaleada que han recibido.

No obstante, la película será vista por las masas con más entusiasmo que el del director pidiendo el secreto. Que Batman, Superman y los demás personajes que aparecen (ya ves, Snyder, respetamos tu solicitud) son muy queridos por generaciones de terrícolas (ojalá, Snyder, que sepas respetar nuestro punto de vista y no ponerte bravito), porque más allá del concierto de efectos especiales -donde habría que criticar los rayos que Superman emite por los ojos-, poco se salva.

Pero eso no es lo peor. Lo peor es que la escena final nos promete -oh, Dios mío- el inicio de una saga con todos los personajes juntos.