Blancanieves en blanco y negro y con final infeliz
SANTO DOMINGO. En Occidente, los llamados cuentos de hadas tienen su origen en la primera fase de recopilación folclórica que se realizó en Europa en el Siglo XVIII. La mayoría provienen de leyendas campesinas, y en ellos la crueldad es un rasgo distintivo. Versiones posteriores fueron tamizando los relatos hasta hacerlos digeribles por audiencias infantiles y juveniles.
Maltratos, abusos y asesinatos se esconden tras los aparentemente inocentes relatos, como es el caso de la "Blancanieves". Esta reciente versión cinematográfica retoma el lado más oscuro de esta historia y lo hace de un modo inusual: muda, en blanco y negro, y ambientada en la España sevillana de 1920.
Tarde aciaga
El eximio torero Antonio Villalta realiza la hazaña de lidiar con seis bestias; despacha a cinco, pero el último toro, "Satanás", lo manda al hospital y a la silla de ruedas. Producto del espanto, Carmen, la esposa de Antonio, da a luz una niña, pero fallece en el parto. La abuela se hace cargo de la niña y del torero lisiado lo hace Encarna, una aprovechada enfermera. Carmencita crece alejada de su padre hasta el día en que fallece su abuela; pasa entonces a la hacienda paterna, controlada por su madrastra Encarna, quien la pone a trabajar como sirvienta. Pero la niña burla la vigilancia, y logra acercarse a su padre, quien le enseña a torear. La cruel madrastra asesina al antiguo torero, y manda matar a Carmencita, quien logra sobrevivir, gracias al encuentro con una tropa de enanos toreros.
Una creativa adaptación
El guión utiliza como base el famoso cuento, pero lo adapta con notable creatividad. En vez de pertenecer a la nobleza, la de Carmencita es una familia taurina, donde el padre es rey, y su madre es una famosa cantante de flamenco. Así los elementos del folclore conforman una sólida base para la construcción de los personajes protagonistas. Del lado antagonista, Encarna es una sádica trepadora y enferma por la moda, de este modo, el espejo parlante de la madrastra se transforma en múltiples espejos donde ella se admira; en vez del cazador asesino, un lascivo chofer, que es al mismo tiempo su amante. Esto, además, tiene su correlato en un diseño de producción y una dirección de arte de gran calidad.
El formato "mudo"
La forma elegida tiene como justificación la época, ciertamente, corresponde en términos estéticos al periodo del cine mudo. Sin embargo, el guión no se ajusta del todo a esta forma de narrar, especialmente en lo que dicen los personajes, así, la mayoría de los carteles se limitan a poner en textos lo que el espectador ya ha visto pronunciar. Esto hace redundante la narración, haciendo el relato lento de un modo innecesario.
La mala y la buena
Bien le queda el rol de madrastra a Maribel Verdú, quien logra comunicar con su rostro una amplia gama de emociones, muy en el estilo de las antiguas divas del cine mudo. Daniel Giménez Cacho, quien interpreta al padre torero, tiene un papel bastante ingrato, cuyo eje es la inexpresividad, pero logra salir bien del paso, especialmente en las escenas que comparte con su hija todavía niña. Sofía Oria y Macarena García dan vida a Carmencita, la primera como niña y la segunda como joven, ambas consiguen un buen nivel interpretativo. Por último, los enanos toreros constituyen todo un acierto, y su tropa de mojigangas está dentro de lo mejor del filme.
Sin duda es una gran producción, y no solo contribuye a mantener la vigencia del mito, pero al elegir la alternativa de un final infeliz, se auto margina y se condena a un pronto olvido. Esto, porque las historias que por reiteración se transforman en mitos están ya en el inconsciente colectivo y difícilmente se cambiará la percepción del gran público.
Recomendable para quienes disfrutan con películas con característica extraordinarias.
FichaBlancanieves. España 2012. 104 minutos.
Dirección y guión: Pablo Berger
Música: Alfonso de Vilallonga Fotografía: Kiko de la Rica
Intérpretes: Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Pere Ponce, Macarena García, Sofía Oria, Josep Maria Pou, Inma Cuesta.