Después de Lucía... el vendaval

El film logró 10 minutos de aplausos en Cannes

CANNES, FRANCIA. A veces los cronistas exageran: 10 minutos de aplausos. Eso es una eternidad. Pruebe usted a hacerlo! Así que cuatro o cinco, son mucho tiempo aplaudiendo. Se comprobó en la Sala Debussy del festival de Cannes con la película mexicana "Después de Lucía", dirigida por el muy joven Michel Franco, que puede irse a dormir tranquilo o hacer un fiestón que estremezca las ruinas aztecas. Esos aplausos, y en Cannes, son ya el más importante premio recibido en su carrera.

Los aplausos claro que no fueron por gusto. El cine abarrotado asistió al nacimiento de uno de esos nombres que mucho dará de qué hablar en el futuro. Porque Michel Franco sabe de silencios y tensiones, de tonos que van 'in crescendo', de dirección de actores y sobre todo de plasmar una historia que se ha escrito y convencer al público que lo que esté viendo es una historia que de un modo u otro atañe a todos.

Tessa Ia, en el rol de Alejandra y Hernán Mendoza en el del padre, logran proyectar sentimientos y sobre todo duelos que no se expresan, a través del aire que respiran.


Un chef acaba de perder a su esposa en un accidente. Su hija Alejandra y él se trasladan a residir al DF. El cambio persigue rehuir al duelo que entraña la pérdida. Pero ese cambio trae consigo otros duelos que no podrán resolver.


La entrada de Alejandra a un nuevo liceo y el conocimiento de nuevas amistades, trae consigo problemas que marcarán la vida de padre e hija.

"Después de Lucía" es magistral en cuanto a cómo se logra ir imprimiendo un tono en un filme de manera gradual, hasta niveles que parecen que no se van a cruzar.

La crueldad de los adolescentes, la problemática de las drogas, la soledad, los niños bien, las amistades peligrosas, el sufrimiento, la falta de comunicación entre padres e hijos, los duelos, las depresiones, la violencia, son los elementos con los que va a jugar Franco en una película que comienza como si nada, con pocos deseos de comenzar, y arranca de un tema baladí a un drama profundo.

Algunos defectos de sonido, sobre todo en la escena en la habitación de la playa en Veracruz, no deslucen sin embargo una película provocadora. Donde la escena final de ida y regreso en un bote es un punto sorprendente, pero bien logrado. Aplausos otra vez.