Amigos que sanan

La amistad tiene la rara y hermosa virtud de sanar el alma, el corazón, la mente, el espacio

No hay un momento, por terrible que sea, que no pueda alivianarse con la compañía de un amigo sincero. (Shutterstock)

En estos tiempos de tanta incertidumbre y abundancia de malas noticias, pocas cosas logran levantar el ánimo y llenar el alma como rodearse de buenos amigos y pasar tiempo juntos.

Con esos amigos que te conocen de siempre, que han compartido contigo aula y pupitre, te han perdonado multitud de faltas, de los que puedes confiarle tus problemas y alegrías y nada va a cambiar.  Con los que compartiste la historia de tu primer amor y ahora comparten las risas de la ridiculez que resultó aquello. Del primer “jumo” y de la segunda escapada de la casa.  De esos amigos que se han sumado con el tiempo y ya forman parte de tu familia.

En las últimas semanas he tenido el privilegio de reunirme con amigos muy queridos. La primera juntadera fue solo de chicas. Aunque estamos en un chat donde hay mucha gente de nuestra promoción, este grupo en especifico formó tienda aparte para hablar exclusivamente de cambiar de vida a través de la alimentación y buenos hábitos.

Y así, desde hace meses, intercambiamos trucos, consejos, recetas y medidas buscando que esta segunda etapa de nuestra vida, rica pero también llena de retos, sea lo más saludable y activa posible. ¡Que nos queda mucho por vivir!  Y entre reportes de vasos de agua, anécdotas de hijos y esperanza de nietos, hemos ido profundizando una amistad que nació en las aulas del Colegio De La Salle, en Santiago.

Cuando una de ellas dijo que venía para Santo Domingo desde Nueva York faltó tiempo para armar una fiesta temática de comidas de colores que casi nos volvió locas. Yo llegué de un salto al Cibao porque no me perdía aquello. Entre cuentos, picaderas y muchísimas historias de primaria y bachillerato, reafirmamos que la verdadera amistad resiste décadas de ausencias y largas distancias, porque el corazón se ensancha y cabemos todos.

Me sentí muy honrada de ser parte de ese grupo de mujeres luchadoras, cada una con historia de superación y lucha, sobrevivientes, pero llenas de fe, alegría y esperanza, sin miedo a comenzar de nuevo, echando para adelante cada una en sus circunstancias, sin bajar la cabeza por más duro que pegue el viento.

El otro junte fue para celebrar la vida de una amiga, casi hermana, que conocí en mi época de hotelera y ella era y sigue siendo una de las mejores planificadoras de bodas y eventos del país. En el trabajo, hacíamos el esfuerzo común para que el cliente se fuera feliz y volviera, pero no estábamos en el mismo bando; sin embargo, la amistad floreció y se consolidó.

En estos casi quince años de amistad hemos pasado juntas dolorosas separaciones y decisiones. Nos hemos acompañado y celebrado triunfos personales y profesionales. En mi caso, la he visto luchar a brazo partido para mantener su negocio a flote en la pandemia, dar la milla extra por todos sus clientes y vencer la frustración de la mejor forma que conoce: trabajando. Me maravilla ver cómo ha logrado resistir tantos momentos difíciles que le han tocado en su plato sin perder el enfoque ni la amabilidad.

Integramos un grupo chulísimo de gente creativa, alegre, trabajadora, solidaria, que nunca dice que no cuando se les necesita o se les convoca.  Somos increíblemente diferentes y creo que esa es la razón de que nos llevemos tan bien. Este nuevo cumpleaños nos reunió después de unos cuantos meses sin vernos y entre bailes y risas celebramos la vida.  Cada cumpleaños cuenta y si esta pandemia nos enseñó algo fue a disfrutar los momentos porque no sabemos de mañana.

Escribo estas líneas entendiendo que la amistad tiene la rara y hermosa virtud de sanar. El alma, el corazón, la mente, el espacio. No hay un momento, por terrible que sea, que no pueda alivianarse con la compañía de un amigo sincero, con un abrazo apretado, con una mirada que lo dice todo y lo entiende todo.

Si, además, esa amistad te permite reír a tus anchas, compartir payasadas y ser tu misma sin poses ni pretensiones, has ganado un tesoro. Esta medicina es gratis, pero se necesita tiempo para cultivarse.  Si tienes ese amigo, llámalo hoy y dile cuánto significa para ti y queden para pasar un rato. Recuerden y rían juntos, se vale llorar, al final te irás con tres libras menos de estrés y dos años más de vida.

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.