Un aguacero divertido

Fredy Ginebra coincide con una inquisitiva dama que lo interroga bajo un aguacero

Freddy Ginebra es interrogado por una inquisitiva dama bajo un aguacero. (Luiggy Morales)

Cuando la señora se detuvo a mi lado no sospeché lo que me iba a preguntar.

Pensé que quizás comentaría la lluvia pues llovía a cántaros, o sobre lo que se le ocurriera, pero no, me miró a los ojos y me dijo si yo tenía tiempo para ella, que le regalara unos minutos y la escuchara.

Estaba esperando a que su chofer viniera a recogerla.

-Claro que sí -le contesté con simpatía-, yo al igual que usted estoy atrapado por el agua y no puedo salir a mojarme.

Me miró de arriba a abajo.

-¿Qué edad tiene usted?

-Voy a cumplir 80 -le contesté orgulloso de haber llegado.

-Le llevo 9 -me dejó caer sin pestañear, arreglándose su elegante pelo gris y agregó-, para tener esa edad está muy bien, quizás un poco gordo pero se le ve sano.

Me sentí incómodo, pero no dije nada e intenté sumir la barriga lo más que pude.

Hizo una pausa y me miró las manos.

-¿Usted es escritor o actor?

-Intento ambas profesiones, pero nada del otro mundo.

-¿Y su nombre?

Le dije mi nombre y no movió ni un músculo, secretamente esperaba una mejor reacción de admiradora, pero sentí que ella no me conocía y me atreví a preguntar.

-¿Y porque usted me preguntó si era actor o escritor?, ¿cómo sabía?

-No sabía -dijo secamente-, pero su rostro me pareció verlo en algún periódico y sé que político no es, no tiene pinta, además lo siento sencillo, ¿es así verdad?

-Bueno -dije tartamudeando- intento, no veo porqué tendría que ser diferente.

-¿Siempre ha llevado barba, o es un look nuevo?

-Desde que descubrí que me salía me la dejé, no me gusta la rutina de afeitarme y además ya me gusta, van muchos años con ella.

Me miró de nuevo la mano y observo mi anillo.

Silencio discreto.

-¿Tiene esposa viva?

-Sí -contesté sonriendo sin saber para donde iría con esa pregunta.

-¿Y a ella le gusta su barba?

-Nunca ha protestado

-¿Da trabajo?

-¿Qué da trabajo? ¿La esposa o la barba? Intenté ser simpático.

-Mantener la barba -sin reír añadió- hay que lavarla mucho porque si no, imagínese.

No sé qué me quiso decir así que volví a sonreír divertido.

Llueve mucho y ahora con más intensidad. Ambos estamos parados en la puerta de una farmacia, yo esperando que escampe para buscar mi carro y ella su chofer que aún no llega.

Discretamente volvimos a  mirarnos de pies a cabeza y, sin decirnos nada, disimulamos y sonreímos.

-¿Le gusta la lluvia?

-Mucho.

-¿Porqué?

-No sé, siempre me ha gustado, creo soy un romántico.

-¿Y la Navidad?

-También.

-¿También qué?

-También me gusta.

Eso del romanticismo es buena excusa. Yo ya estoy cansada de la Navidad, van muchas, me acuesto temprano, además casi todos los que quiero se han ido y solo me queda un hijo y unos nietos que nunca me acompañan.

No supe qué decir.

-¿Y a usted por qué le gusta?

-Bueno, tengo una familia hermosa, esposa, hijos, nietos, amigos, y es como una fecha donde celebramos el nacimiento del amor…. eso.

-¡Qué dicha! Ojalá mantenga siempre la ilusión.

Llega su carro. Rápidamente su chofer se desmonta paraguas abierto en mano, ella le entrega una bolsa con algunos regalos y le toma de la mano para ayudarse.

-Ha sido muy amable en acompañarme y darme conversación -me dice antes de desaparecer dentro del auto-. Buscaré su nombre en internet para seguirlo, me parece un anciano muy interesante. Feliz Navidad.

desapareció debajo de la lluvia. Así tan sencillamente, como la vida misma.

Freddy Ginebra Giudicelli es un contador de anécdotas cuyo mayor deseo es contagiar su alegría y llenar de esperanza a todos aquellos que leen sus entrañables historias.