Criticarte - "Cristiano..." convierte a los creyentes en ateos

SANTO DOMINGO. Con "Cristiano de la secreta" el nonato cine dominicano recuerda aquel título del conocido artículo de Vladimir Iliich Lenin "Un paso hacia adelante, dos pasos para atrás" (1904). Una película más, dos pasos hacia atrás en el cine dominicano.

Alguien, cuyo nombre no menciono por no tener premiso para ello, expresó a la salida del Palacio de Bellas Artes, que después de ver "Cristiano de la secreta", el que cree en Dios se convierte en ateo, de tan mala que es. La anécdota es ilustrativa del ánimo en algunos de los críticos de cine del país al verla.

¿Cuál es el problema? El guión. Este es un guión para televisión, que incluso en su versión inicial está mejor resuelto que en este 'remake'. Los 'gags' son tan municipales que es una lástima que quienes se dedican a hacer cine no se den cuenta que un producto tan costoso como es un largometraje, no puede hacerse solamente para unos pocos miles de personas que sí acudirán a verlo.

Las actuaciones en "Cristiano..." son televisivas y hasta Nashla Bogaert y Luis José Germán se quedan chicos en la pantalla gigante. "Cristiano..." recuerda por momentos los sketch pedestres del programa televisivo "El poder de las 12" o alguno otro de esa misma hora. Quizás el más ajustado a ese desquiciante papel de predicador es Raeldo López, con un "Víctor" más convincente que el "Eddie" de Raymond Pozo, quien demuestra, una vez más. que no es actor de cine.

Un punto a favor de "Cristiano..." es que da a conocer las potencialidades como actores del propio Raeldo, de Sabrina Gómez (aunque se queda a nivel de telenovela) y recuerda los de René Castillo y Ángela Cedeño, quienes ya han actuado en "Yuniol" y "Negocios son negocios", respectivamente.

Raymond Pozo no deja nunca de enfrentarse a una cámara de televisión. Y aunque su papel se convierte en varios papeles, es en esencia lo mismo que hace cotidianamente en la pantalla chica, y llega a un nivel de ridículo insoportable en ese final catastrófico que comienza con el reencuentro con la Biblia que había botado; momento en el cual el director Archie López se entrega ya, por completo, sin el más mínimo rubor, a la propaganda religiosa en una genuflexión que sencillamente da vergüenza ajena. Como la da el torpe uso -también televisivo- de los productos que patrocinan el filme, o como se llame.

Técnicamente hablando, se salvan la fotografía y la banda sonora, ambas aceptables, ante un guión tan perversamente malo que obliga a que todo lo demás se venga abajo. Archie López, con demasiadas horas de vuelo como buen realizador de cine de pocos segundos, como es el comercial, no logra alzarlo con "Cristiano...".

El público evangélico va a ir en masas al cine a ver esta película, y hasta el no evangélico. La cuestión es que cine es otra cosa. El cine necesita de un público no complaciente, que exija y sea, a la vez, un confabulador en las buenas, y un látigo en las malas. El cine es arte... y es industria. Y "Cristiano..." termina por convertir en ateos a los creyentes.