Cuando la nostalgia se llama Francisco Céspedes

Lírico y bufonesco, su autorretrato en escena

Francisco Céspedes: tres cambios de vestuario y muchas bromas
Santo Domingo. El estilo de proyectarse en escena Francisco Céspedes puede ser no del todo asimilado por alguna parte del público que no esté al tanto de lo que significaron y significan para la música y la escena cubanas La Lupe, Benny Moré, Miguelito Valdez, Moraima Secada, Omara Portuondo o Elena Bourke, por mencionar algunos.

"Me entregué total al público. ¿Viste eso? Sólo me faltó desnudarme, darles mis ropas", dijo a DL al finalizar el espectáculo que ofreció hasta la madrugada del sábado Francisco Céspedes en el Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, acompañado de su magnífica banda, donde sobresale el saxo de Fernando Acosta, quien en Cuba dirigiera el memorable Afrocuba. El cierre fue cantando dentro del público, recorriendo todo el salón, abrazando a sus seguidores desconocidos, en una conjunción absoluta.

El espectáculo comenzó con una oración yoruba a Olofi y a todos los santos en la cual pidió -en lengua, como le llaman los santeros-, salud y bendiciones para todos los presentes, para que se fuera todo lo malo. Seguido dijo un poema suyo sobre Cuba.

Armarse contra la nostalgia

El cantautor cubano radicado desde 1990 en México, se arma de la broma y se ríe hasta de sí mismo -sobre todo de sí mismo con acidez-, como quien se pone una coraza para sobrellevar los avatares de la vida, los desamores, las soledades, las tristezas, las lejanías, las angustias. Pocos artistas pueden cantarle a la nostalgia con tanta autenticidad y gravedad como lo hace Francisco Céspedes. Y es que su canto es visceral y duele. Por eso tiene que ser jacarandoso, guapachoso, jodedor, bufonesco.

Los asistentes al Teatro La Fiesta vieron una muestra de su indiscutible calidad vocal y su derroche de dominio escénico, enfrentando un repertorio donde combinó éxitos de sus discos anteriores, con varios de los temas que ha asumido en Autorretrato y otros de autores clásicos. Presentó Novia mía de José Antonio Méndez, en la voz de su pianista, Fernando Acosta Jr., sin dudas un valor de muchísima calidad que en el momento que decida darse vida propia en la escena, puede hacerlo ya que conocimientos, cultura musical, condiciones y juventud tiene para ello.

Maridalia Hernández que estás en la tierra

Para los que no estamos muy a favor de una ley que plantea que tiene que haber un artista dominicano en cada presentación de artista extranjero, la inclusión de manera lógica y digna de Maridalia Hernández en el espectáculo, demuestra cómo debe asumirse esta ley. Muy aplaudida, con lo que llamó "inventario de bendiciones", la diva le dejó el público de pie a Pancho, quien retomó su parte como un torero, con la espada detrás del capote. Dónde está la vida, Vida loca y para rematar, de ñapa, Señora, dentro del público, abrazando y agradeciendo por haberle dado el respaldo después de momentos tan difíciles ante el ciclón Wilma. La tristeza, Pancho, es una ciencia de estrellas desempolvadas. Lo bueno es que, al final, siempre sale el sol.