Cuando tienen "mamitis" aguda
Hombres o mujeres que no han roto el cordón umbilical con su madre. ¡Ay, qué difícil!
Si tener una suegra es casi siempre una cosa que cualquiera querría evitarse, tener una suegra con "hijitis" aguda, secundada por la "mamitis" de su hijo o hija, es ya para pegarse un tiro directamente.
Lo grande es que son de esas cosas que uno dice que no pesan lo suficiente como para no continuar adelante con la relación de esa persona tan maravillosa y con tantas cualidades, y bla, bla, bla. Ahí está el detalle. Bajo el encantamiento que se vive en los primeros tiempos del amor, uno como que minimiza los riesgos y se dice cosas como: "bueno, si trata bien a su madre tratará bien a su mujer".
Y ojo. Son cosas muy distintas. No es lo mismo un hijo o hija cariñoso con su madre, respetuoso, que la apoye, en definitiva un buen hijo, que tener "mamitis". Cuando se entra en esa definición es porque se tiene una relación de infancia o adolescencia no superada que muchas veces la madre sostiene por apego excesivo a su retoño, por no tener vida propia, y que el retoño, en sus inseguridades y soledad, se niega a crecer.
Escuchaba el otro día, horrorizada, la historia de una amiga que tiene un nuevo novio con una mamitis tal que está casi en coma. El "muchacho" de más de 40 años todavía vive con la madre, no se ha casado (y hasta donde se sabe no es gay) y recibe llamadas controladoras de su progenitora mientras está con ella. Y no sólo eso, la señora hace planes con sus amigas contando con que su hijo le haga de chofer, y, por supuesto, opina en todos los aspectos de su vida.
Ante aquel espanto no tuve menos que decirle a mi amiga: "Bueno, mi hermana, ahí no hay nada que buscar". Claro. Si en 40 y pico años no ha logrado romper el cordón umbilical, no creo que lo vaya a hacer ahora. Y si lo hace, pobre de ella mientras la señora respire.
Aunque estos casos se suelen ver más en los hombres, que en general son devotos de sus madres, no es menos cierto que hay muchas mujeres que padecen del síndrome. Y las ve uno, manganzonas ellas, con la madre a rastras ante cualquier cosita que van a comprar o que van a hacer. Si están casadas las tienen metidas en la casa opinando. Y en fin…
La "papitis" no suele ser tan grave, porque por la misma naturaleza de los hombres no están tan al tanto, salvo en raras excepciones, de la cotidianidad de la hija o hijo. Sí meten la cuchara en las grandes decisiones, si ven que su muchachita sufre, pero los casos agudos son mínimos.
Si esa es una razón para terminar una relación o no dependerá indudablemente de la capacidad de aguante de cada quien, pero de que es un lío es un lío, y no hay que restarle la importancia que tiene, sobre todo si se tienen planes de una relación duradera.
El hombre se aferra a la madre porque es divorciada o viuda. Es dependiente y no deja que el hombre deje de serlo para no perderlo.
A veces llega cansado y tiene que aceptar la petición de su madre de llevarla a un sitio y recoger unas cuantas viejas más sabiendo que tiene que repartirlas. O dejar una cita con su chica, y cambiarla por su madre y unas cuantas viejas más. Y lo sancajea para averiguar con quién está: "que estoy sola, que me he pasado todo el día sola". La soledad es terrible.
Cuando se desaparece para no pasar vergüenza, apaga el celular. Y recibe amenazas.
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Ante aquel espanto no tuve menos que decirle a mi amiga: "Bueno, mi hermana, ahí no hay nada que buscar". Claro. Si en 40 y pico años no ha logrado romper el cordón umbilical, no creo que lo vaya a hacer ahora. Y si lo hace, pobre de ella mientras la señora respire.
Aunque estos casos se suelen ver más en los hombres, que en general son devotos de sus madres, no es menos cierto que hay muchas mujeres que padecen del síndrome. Y las ve uno, manganzonas ellas, con la madre a rastras ante cualquier cosita que van a comprar o que van a hacer. Si están casadas las tienen metidas en la casa opinando. Y en fin…
La "papitis" no suele ser tan grave, porque por la misma naturaleza de los hombres no están tan al tanto, salvo en raras excepciones, de la cotidianidad de la hija o hijo. Sí meten la cuchara en las grandes decisiones, si ven que su muchachita sufre, pero los casos agudos son mínimos.
Si esa es una razón para terminar una relación o no dependerá indudablemente de la capacidad de aguante de cada quien, pero de que es un lío es un lío, y no hay que restarle la importancia que tiene, sobre todo si se tienen planes de una relación duradera.
El hombre se aferra a la madre porque es divorciada o viuda. Es dependiente y no deja que el hombre deje de serlo para no perderlo.
A veces llega cansado y tiene que aceptar la petición de su madre de llevarla a un sitio y recoger unas cuantas viejas más sabiendo que tiene que repartirlas. O dejar una cita con su chica, y cambiarla por su madre y unas cuantas viejas más. Y lo sancajea para averiguar con quién está: "que estoy sola, que me he pasado todo el día sola". La soledad es terrible.
Cuando se desaparece para no pasar vergüenza, apaga el celular. Y recibe amenazas.
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