La música maravillosa de Mozart en el Gran Teatro del Cibao

La Orquesta Sinfónica Nacional realizará el segundo concierto de la temporada de primavera este 28 de junio a las 8:00 de la noche en el Gran Teatro del Cibao

El maestro José Antonio Molina, director de la Orquesta Sinfónica Nacional (Fuente externa)

El segundo concierto de la temporada de primavera de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Gran Teatro del Cibao está dedicado a la música del compositor considerado por muchos como el mayor genio musical de todos los tiempos, Wolfgang Amadeus Mozart. Su obra, original y poderosa, abarca variados géneros, la ópera bufa, la música sacra, conciertos, obras para instrumentos solistas y sinfonías. 

El compositor austriaco se hizo célebre no únicamente por sus extraordinarios dotes como músico, sino también por su agitada vida, marcada por la rebeldía, las conspiraciones en su contra y su prematuro fallecimiento.

En el pódium en este concierto tendremos a un invitado frecuente de las temporadas de la Orquesta, el Maestro Jaime Morales, destacado director de orquesta puertorriqueño y como solista a Luis Augusto Martínez, coprincipal de la sección de los segundos violines de la Orquesta Sinfónica Nacional y quien ha sido solista de la Orquesta en diversas oportunidades, con actuaciones que han merecido las mejores críticas.

El concierto inicia con la Obertura de la Opera La Flauta Mágica. Se dice que Mozart fue miembro de los masones y escribió música para ciertas logias masónicas. La Flauta Mágica ha sido llamada por muchos una “ópera masónica" debido a su simbolismo y al hecho de que tanto el libretista como el compositor eran masones. Es un singspiel -un género de ópera que significa literalmente "juego de canciones" y se refiere a los dramas musicales en lengua alemana-. 

Al elaborar el libreto de La flauta mágica, Emanuel Schikaneder se basó en varias colecciones de historias y cuentos de hadas populares en Alemania y Austria. La ópera cuenta la historia de Tamino, quien, viajando con su compañero Papageno, rescata a la hija de la Reina de la Noche, Pamina, de las garras de su malvada madre. La obertura fue terminada sólo unos días antes del estreno de la ópera. La Flauta Mágica está catalogada como, una de las más grandes obras de la literatura operística, La Flauta Mágica entrelaza la historia y la música tan eficazmente que se convierten en una sola. Si Mozart no hubiera muerto dos meses después del estreno de La Flauta Mágica, su vida probablemente habría cambiado por su éxito, la ópera es la última gran obra finalizada por Mozart.

Mozart escribió sus cinco conciertos de violín en el mismo año: 1775. En su” madurez”, recordemos que murió demasiado joven; si exceptuamos la maravillosa Sinfonía Concertante para violín y viola, K. 364, Mozart no mostró demasiado interés en los conciertos de cuerda. Debemos agradecer que estos cinco conciertos para violín existan, siendo el Concierto en sol mayor el tercero del conjunto. Los últimos tres, son un testimonio temprano de la grandeza de la que nadie en esa fecha podía ser consciente.

Mozart, de 19 años, era Konzertmeister en la corte de Salzburgo. Escribió los conciertos para su compañero violinista Gaetano Brunetti, para ser estrenados en la misma corte. La partitura es ligera y las partes solistas están elegantemente decoradas, tiene en su forma tres movimientos y cada movimiento está lleno de encantadoras melodías.

El primer tema del movimiento de apertura está tomado de un aria de la última ópera de Mozart, Il ré pastore, presentada en Salzburgo unos meses antes. Es difícil suponer que le faltaran ideas, ya que sus melodías son prodigiosas en cada movimiento; es más probable que le haya llamado la atención el lenguaje violinista de la frase y haya querido darle un mejor escenario.

La apertura del segundo movimiento retiene el acompañamiento hasta la nota más expresiva de la frase, un golpe de juicio perfecto. Las cuerdas internas silenciadas enfatizan la serenidad de la línea solista. Una cadencia marca el cierre, como en el movimiento anterior.

El final es un baile animado en el triple metro, gran parte del cual se reduce a las texturas más simples pero encantadoras. Dos interpolaciones se interponen: la primera es una elegante gavota de breve duración en la tonalidad menor; los oboes sostenidos, como siempre en Mozart, proporcionan un certificado de alta calidad. Sigue una sección folclórica, como un vistazo a Papageno, con algunos zumbidos internos prominentes, antes de que vuelva el tema rondó. 

La melodía es en sí misma de origen alsaciano. Esto no explica sus razones para incluir la melodía en el Concierto, pero nos recuerda que Mozart era un fino violinista y un tecladista sin igual. En consonancia con su carácter impredecible, el movimiento termina no con el habitual florecimiento orquestal sino con el reconocimiento de que los vientos ya se han ganado el derecho de cerrar la obra por sí mismos.

El conocido título de la sinfonía final de Mozart, Júpiter, no era suyo (lo más probable es que fuera del editor del siglo XIX Johann Batist Cramers) también puede ser que tuviera en planes llevarla a Londres en una gira que nunca ocurrió, junto a la 39 y la 40. Estas tres sinfonías de Mozart fueron creadas en el verano de 1788.  El nombre encaja a la perfección, con el carácter olímpico de la obra. Esto es evidente de inmediato a partir de los amplios y dominantes trazos de tutti que abren la obra. 

El primer movimiento se desarrolla con una gran cantidad de material temático que compara tanto la arrogancia militarista como el lirismo elegante; uno de los temas es una elaboración del aria para bajo "un baccio di mano" K 541, que Mozart había escrito antes. Los violines silenciados le dan al Andante Cantabile, una melancolía suave y sobrenatural. El minuto que sigue restaura el estado de ánimo asertivo. El allegro molto final culmina en una fusión asombrosamente brillante de no menos de cinco melodías y motivos separados antes de precipitarse hacia una conclusión triunfal en un estallido de trompetas y tambores.

La pregunta siempre ha sido, si la obra de Mozart es grandiosa y falleció con apenas 35 años, con una vida más larga, aun tumultuosa, su obra hubiera sido sencillamente descomunal.   Disfrutemos de esta exquisita noche mozartiana, con nuestra orquesta, el Maestro Morales y el violinista Luis Augusto Martínez. ¡Que Santiago los reciba a casa llena!

Estudió artes liberales. Es curiosa y le encanta escribir. La lectura y la música son su pasión. Esa pasión le ha llevado a estudiar y tratar de profundizar en un océano lleno de notas inacabables y pleno de placer.

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