Concierto taller de formación para jóvenes cantantes: el triunfo del talento y el trabajo

Conservatorio Nacional de Música, Sala Juan Francisco García

La iniciativa es parte de los esfuerzos de la Fundación Sinfonía (Piedad Méndez)

El exótico nombre de Kamal Khan, director de orquesta y pianista a cargo del taller mencionado en el titulo, podría evocar misterios insondables, y tal percepción no dista de la realidad, pues el Maestro Khan es realmente un mago de la ópera, con vasta experiencia internacional en varios continentes donde lleva sus inmensos conocimientos del canto lírico.

Khan llega a República Dominicana gracias a los buenos oficios de César Wonenburger, Director Artístico del Festival de Ópera de A Coruña, a la gestión de la Fundación Sinfonía, representada por Carmen Rita Malagón de De Moya y Margarita Miranda de Mitrov, y a la receptiva generosidad del Conservatorio Nacional de Música, en la persona de su directora, la destacada pianista y profesora Jacqueline Huguet.

Como expresaran en un conversatorio Khan y Wonenburger, si bien las clases magistrales de canto son muy atractivas, son los talleres los que surten un efecto más pedagógicamente duradero y tangible, siempre y cuando se les dé continuidad y perseverante apoyo.

Este “milagro” quedó de manifiesto el viernes 27, luego de dos semanas de arduo trabajo ininterrumpido, con Elioenai Medina y María de Fátima Geraldes como pianistas acompañantes.

Los jóvenes cantantes participantes fueron: Carmenchu Domínguez, Joyce Espino, Ruth Fermín, Sibelle Márquez, Raquel Payán, Nathalie Peña-Comas, Laura Pernas, Verónica Serrallés, Lía Soriano, Pura Tayson, Edward Camacho, Otilio Castro, Helvis de la Rosa Villalona. Brayan Domínguez, Keny R. Gómez, Francis González, José Heredia, Luis A. Mañán Mejías, y Ariel Rincón.

Muchos de ellos también tuvieron participación como solistas en el concierto final, cada una y uno con características especiales que quisiera destacar a continuación.

Foto: El maestro Kamal Khan junto a los participantes del Taller de Formación para Jóvenes Cantantes (Foto: Fuente externa)

El joven barítono boricua Luis Mañán, con sólo 17 años de edad, ofreció toda una presencia escénica e interpretativa con el aria “Non siate ritrosi” de “Così fan tutte” de Mozart, con un auténtico color baritonal y una musicalidad poco común en vocalistas tan jóvenes. Es un talento que vale la pena seguir de cerca, pues se le pueden augurar grandes logros.

Pura Tayson, reconocida también por sus dotes como directora coral, pertenece a esa rara cuerda vocal femenina llamada “soprano Falcon” (en honor de la legendaria Cornélie Falcon, 1814-1897), pues es una soprano con colores y extensión de mezzo-soprano dramática, o bien una mezzo-soprano con colores y extensión de soprano dramática.

Tayson tiene además una presencia escénica de gran belleza y poderío, y su conjunto interpretativo recuerda a las no menos legendarias Grace Bumbry y Shirley Verrett.. Su facilidad para los idiomas le permite hacer una convincente Manon Lescaut (“Sola, perduta, abbandonata”) y una lasciva Bess junto al Porgy de Luis Mañán en el famoso dúo de “Porgy and Bess” de Gershwin.

Si bien normalmente las sopranos coloratura tienden a presentar un aura angelical y tímida, Raquel Payán, con el aria final de “La Sonnambula” de Bellini, dio muestras de una gallardía vocal e interpretativa insospechada, con una voz interesante, y una presencia histriónica hermosa y segura de sí misma.

El tenor Otilio Castro, cantando el aria de Edgardo del último acto de “Lucia di Lammermoor” de Donizetti, fue una revelación: una voz que en sus mejores momentos recuerda grandes tenores del pasado y del presente, con un fraseo exquisito y una musicalidad no menos admirable.

Hace poco años había escuchado cantar a la joven soprano lírica Joyce Espino, cuando todavía era apenas una adolescente, y la evolución que mostró cantando “Mi chiamano Mimì” de “La Bohème” de Puccini nos emocionó y enterneció el corazón, pues es una vocalista dotada de “ángel” en su voz, su alma y su cuerpo.

Los norteamericanos llaman “stage animals” (animales escénicos) a aquellas y aquellos cantantes que se crecen en el escenario. Y eso ocurre con nuestra galardonada soprano Nathalie Peña-Comas, quien usó su voz, su musicalidad y su belleza física para interpretar la difícil escena que concluye el primer acto de “la Traviata” de Verdi. Este rol ofrece todos los obstáculos posibles para una soprano lírica, y Nathalie Peña-Comas nos demostró una vez más que es una artista de excepcionales valores vocales e histriónicos. ¡Brava!

La hermosa soprano puertorriqueña Sibelle Márquez cantó una de las arias más bellas del repertorio italiano: “Ebben! Ne andrò lontana” de la ópera “La Wally” de Catalani. La voz de Márquez tiene una paleta de colores sorprendentes, sin miedo a las alturas de la escala ni a las profundidades de la llamada “voz de pecho”, características muy adecuadas para el repertorio “verista”.

Hemos dejado para último la participación de la soprano dramática (sí, SOPRANO DRAMÁTICA) Carmenchu Domínguez, quien valientemente cantó dos de las arias más difíciles del repertorio de su cuerda: “O patria mia” de “Aïda” de Verdi, e “In questa reggia” de “Turandot” de Puccini. Normalmente, al cantar estas arias hasta las más grandes sopranos tiemblan, pero Carmenchu Domínguez se montó en esas dos “olas de tsunami” operístico con la tabla de surf de su bruñida voz, llena de matices platinados, diamantinos y áureos. Para quienes no estuvieron presentes en este concierto podemos mencionarles los nombres de Eva Marton, Martina Arroyo, Elinor Ross, Giannina Arangi-Lombardi, Danica Mastilovic, Ghena Dimitrova, y Ana Lucrecia García, para que se hagan una idea del calibre de este talento, que parece salido de la era dorada del canto lírico.

El concierto terminó con el inevitable “Brindis” de “La Traviata”, y el sentir de todos los presentes fue que habíamos asistido al nacimiento de una nueva compañía de ópera.

¡Felicidades!

Autor del artículo: Eduardo Villanueva