Emelda Ramos: “Me siento como pez en las aguas de la narración”

Es autora de varias narraciones como “El quijote de las auyamas”, libro dirigido al público infantil

Emelda Ramos. Foto: Daniel Mordzinski

Emelda Ramos no ha tenido que salir de su tierra natal, Salcedo, para transcender en el ambiente cultural como escritora e investigadora de variados registros que confiesa sentirse como pez en las aguas de la narrativa, campo al que le ha aportado atrayentes historias y otros productos de su inquebrantable labor intelectual.

En su amplio recorrido por las letras también la educadora dominicana, seducida por la palabra, ha incursionado en la escritura de narrativa infantil, y confiesa que la reta llevar a los más pequeños en una aventura, con el sostenido impulso con que en su infancia la conducían cuentos maravillosos.

Con su distintiva gentileza, Ramos respondió preguntas de Diario Libre y se comprometió a seguir trabajando con más vigor en la investigación y el rescate bibliográfico, en la historiografía regional y el patrimonio cultural perdido.

Tras varias décadas de cabalgadura literaria, ¿qué le ha dado a su vida su carrera de escritora?

Libertad, autoconocimiento, lectores generosos, respeto; viajes, amistades literarias invaluables.

Ha cultivado esencialmente la narrativa. ¿Es el género que le acomoda más a su sensibilidad artística o se ha sentido tentada por otros campos?

¿Es una autora impulsiva o meditabunda? ¿Qué tanto tiempo le toma decirse a escribir y articular sus historias?

Depende de la historia, pero siempre, en el principio es la palabra. Algunas historias se originan en las incontables palabras que te atraviesan como neutrinos: no sabes de donde vienen ni para donde van. Otras, las atrapas en la fascinante lengua viva del pueblo que escuchas en la calle, en el mercado, en un bus, en un sueño, o en el susurro de la naturaleza. En ambos casos, se te quedan dentro y pueden articularse en mundos narrables, en segundos o en años, como el aon, palabra con que supe en 1962, que los taínos nombraban a sus perros mudos, y en 2011, escribí en dos semanas esa historia.

Sobre su libro Angelario urbano, Reynaldo Disla escribió que garantizaba su excelencia. ¿Cuál fue su mayor desafío al escribir este libro?

En su tercera edición, como antología personal, el reto era lograr que el hilo temático conductor cosiera narraciones de cuatro décadas diferentes, en un todo fiel y armónico.

También ha cultivado la literatura infantil. ¿Qué la reta cuando escribe para los más pequeños?

Llevarles en una aventura, con el sostenido impulso con que en mi infancia me llevaban los cuentos maravillosos, usando la palabra adecuada, eficaz, para los chicos de hoy. El pasado junio-noviembre, Santillana me reporta que se vendieron 1,025 ejemplares. de El quijote de las auyamas. Si esa cantidad de jóvenes y quizás sus maestros, además de leerlos luego lo prestaron o donaron, sabrá Dios cuantos jóvenes leyeron mi historia. ¡Y luego dicen los pesimistas que aquí no se lee!

Ha hecho su carrera literaria sin dejar Salcedo, su tierra natal. ¿Esto no ha dificultado su proyección como escritora?

Crear mi obra, viviendo en la misma casa en que vi la luz por primera vez, es un privilegio por el que agradezco a la Divinidad. Si bien desde los 12 años, quise ser escritora, para los años 70, mientras laboraba como maestra de literatura en el Liceo del Plan de Reforma de la Educación Media, pude haber emergido a la literatura, porque ya era consciente del hecho literario. Pero esa proyección de la que hablas, fue en los 80, por tanto sí creo que el permanecer en mi entorno, ralentiza la publicación de mis textos, y determina mi inclusión en la generación ochentista.

Salvando las distancias, Alice Munro hizo carrera literaria desde su natal Wingham, Ontario, Canadá

Para escribir ha buceado en el pasado y en la mitología dominicana. ¿Lo hizo exprofeso?

Nadie se levanta un día, mira la pantalla de su PC en blanco y dice: voy a escribir de la mitología taína. No, la belleza de nuestra historia, de sus mitos de origen, le ha sido escamoteada a generaciones de dominicanos. Para mí, profundizar en ellas y compartirlas, es irrenunciable. El mismo imperativo por el cual Juan Bosch escribió Indios, Virginia De Peña de Bordas Toeya, Marcio Veloz Maggiolo De dónde viene la gente, Eduardo Galeano La aventura de los jóvenes dioses.

En el futuro, ¿en qué otras temáticas aspira a continuar trabajando?

En las que a otros no les importa: investigación y rescate bibliográfico, historiografía regional, patrimonio cultural perdido; lo que figura en las carpetas de mi laptop con una pretenciosa etiqueta: “Arqueología literaria”.

En cuanto al presente dominicano, ¿desde qué perspectiva lo contempla?

Desde la perspectiva de una escritora que intenta vivir de su oficio, contemplo al libro y la lectura, y a la escuela como formadora del lector, del hablante y el escritor, en un presente en que la generalidad parece avizorar muy oscuro. Pero no hay oráculo de Delfos que me diga que el horizonte no puede cambiar.

¿Alguna enseñanza esencial que le haya dado la escritura?

Humildad: todo texto es perfectible.

¿Qué tan importante es el autoconocimiento a la hora de escribir?

Es fundamental la búsqueda del autoconocimiento, la constancia de su ejercicio y la certeza de su encuentro.

¿Cuál es el libro suyo que le ha dado más satisfacción y por qué?

Si lo medimos por la cantidad y calidad de sus lectores, todos me han dado inmerecidas satisfacciones. Justo ahora salió para la imprenta Los ocultos oficios y placeres de Miralvalle, narraciones de las mujeres de un pueblo. Ya agotadas dos ediciones, tuve que hacer la tercera, ya que me lo piden para leer en universidades, círculos de lectura y talleres literarios. ¡Será por el humor!

¿Cuáles son los escritores del presente y del pasado que la han acompañado en su recorrido?

En cada etapa de nuestra trayectoria vital, cambian las afinidades electivas de lectura y autores. Desde aquellos Clásicos Ilustrados en muñequitos, que hicieron mis delicias, han llovido páginas en mi vida. Ahora, junto al Quijote y el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, tienen que estar los clásicos dominicanos. Las obras de Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña; (tengo una 1era edición de Enriquillo, más vieja que yo, de 1945 de la Colección Panamericana, cuyo prólogo es una reseña de la Historia cultural de la Rep. Dominicana, escrita por Pedro Henríquez Ureña); Apuntes de Rosa Duarte y obras de las autoras dominicanas, las necesito cerca de donde escribo, como a Santa Teresa, Gabriela Mistral, Dulce M. Loynaz, M. Yourcenar. La Autobiografía y todas las obras de Paramahansa Yogananda. ¿Hispanoamericanos? Sor Juana Inés, Rubén, Martí, Neruda, Asturias, Quiroga, C. Fuentes, Octavio Paz, Gabo y el Boom...La novelística rusa, la generación perdida, coparon épocas de lectura por placer, inolvidables, creo que te agotaría el espacio grafico del cuestionario.

¿Existe realmente diferencia entre la literatura producida por mujeres y la de los varones?

Ese debate, de los 80, ya debió ser superado, en la medida que supuestamente avanzamos en el camino de la igualdad. La literatura debe representar, expresar al ser humano. Las diferencias se ven a la hora del análisis estilístico, o de establecer el canon, de editar las obras, frente a un blanco de público lector, donde las mujeres son el 70 %, entonces el género sigue categorizándose. Si es por calidad, contamos cada vez más con escritoras que hoy son imprescindibles, en cualquier ámbito cultural.

¿Es distinto el lector de esta era cibernética al del pasado?

Tiene que serlo. Pero, mientras en mi época, por ejemplo, la escolaridad básica garantizaba la formación de lectores en sentido pleno, nos dice una especialista como Emilia Ferreiro, en su ensayo Pasado y presente de los verbos leer y escribir: Frente a quienes corren detrás de hipertextos, correo electrónico, y páginas virtuales de libros inexistentes, hay quienes no llegaron a los periódicos, los libros y las bibliotecas. Los que tenemos el hábito de la lectura, cada día leemos más, vamos del libro electrónico al impreso, lo enriquecemos. Como la parábola evangélica: al que tiene mucho se le dará más, pero al que tiene poco aun lo poco que tiene se le quitará. El que no ha desarrollado el gusto y el hábito por la lectura, no se beneficiará de las tecnologías.

¿Sobrevivirá la literatura a las avalanchas de contenidos de la era digital?

Así lo creo. Como el cine se alimenta y optimiza sus contenidos de las obras literarias y de autores guionistas que le adapten el texto al lenguaje visual- cinematográfico, pienso que lo digital, necesitará cada vez más para sus contenidos, servirse de los creadores de literatura.