La suntuosa vida de los hacendados en la época de la colonia española

Una élite, formada por acaudalados, funcionarios y jefes militares, disfrutaba de grandes privilegios en el Santo Domingo español

Residencia de Francisco Tostado, hoy Museo Casa de Tostado. ( Bayoán Freites )

SANTO DOMINGO. El estudio sobre la suntuosa vida de hacendados y funcionarios de la época colonial muestra facetas impensadas para la mayoría de la gente de este tiempo acerca del modo en que discurría la cotidianidad en el Santo Domingo español para miembros de las élites.

Los reveladores datos son aportados por la investigadora Ruth Torres Agudo en su tesis doctoral titulada “Élites y grupos de poder: Los hacendados de Santo Domingo (1750-1795)”, presentada en el 2008 en la Universidad de Salamanca, en España.

En el capítulo denominado “El estilo de vida de los hacendados”, la investigadora expresa que los acaudalados de Santo Domingo llevaron una existencia en la que la ostentación y las apariencias fueron elementos básicos, que los definía y distinguía dentro del circulo de principales y del resto de la población.

Recalca que “vivir noblemente” fue un hábito que caracterizó a los pudientes de Santo Domingo y otras regiones de la América colonial.

El elevado estatus de esas personas poderosas, que florecían en un ambiente de privilegios, se expresaba en la posesión de esclavos, haciendas y residencias, el consumo de productos costosos y la ostentación de joyas y vestimentas caras.

Tal estilo de vida también se sustentaba en los grados universitarios adquiridos, en los cargos administrativos, militares y religiosos desempeñados, los títulos nobiliarios y en la pertenencia a órdenes de caballería y a familias distinguidas de las que eran parte los potentados por vínculos directos e indirectos.

Productos costosos

Los “nobles” de la colonia no sólo se alimentaban con “productos de la tierra”, cultivados en la isla. Además, consumían aceite y aguardiente de Orleans, vino de Burdeos y de Grenoble, vino blanco de Jerez, cervezas, aceitunas, alcaparras, ciruelas pasas, jamones y quesos, puntualiza Torres Agudo.

Igualmente, gustaban del pan, elaborado con harina de trigo importada de Venezuela, Curazao, Jamaica, Saint Thomas y Saint Domingue (hoy Haití). A pesar de sus esfuerzos, los peninsulares y criollos no lograron producir trigo en Santo Domingo y tuvieron que aprender a comer el casabe de origen taíno, exportado entonces a Venezuela y Puerto Rico.

A la sazón, en los campos abundaban los cultivos de plátanos, yuca, arroz, café, algodón, jengibre, habichuelas, batata, maíz, cacao, añil, frutas tropicales como coco, piña, lechosa, naranjas, mangos y otros productos. Igualmente, criaban reses, aves, cerdos, mulos, potros, burros y caballos.