Reynaldo Disla: “Escribir y dirigir teatro son actividades rodeadas de incertidumbre”

Reynaldo Disla, narrador y dramaturgo.

Reynaldo Disla, reconocido narrador y dramaturgo, seguirá andando por el derrotero de la escritura y la producción teatral, pese a que reconoce todo lo que implica continuar luchando contra la ignorancia y la indiferencia para construir paso a paso una tradición en el país.

El dominicano descubrió tempranamente su vocación literaria e inició un trabajo que ha proyectado su nombre más allá de la isla, donde ha vivido gran parte de su vida y ha encontrado motivaciones para producir incesantemente.

Disla contestó varias preguntas de Diario Libre y se refirió a la incertidumbre que rodea la producción y montaje de teatro en la actualidad y a su apreciada vocación por el cuento, entre otros tópicos relacionados con el mundo de la creación y de la cultura.

¿Cómo cree que va a influir en la producción y el montaje teatral la etapa postcuarentena?

.

Las artes escénicas y otras manifestaciones artísticas presenciales se prohibieron para evitar la propagación del coronavirus. Esto ha creado una paralización de los artistas, que de pronto se ven sin medios de subsistencia económica y desligados de su profesión.

Y su faceta de cuentista, ¿cómo la ha desarrollado? ¿Qué ha querido hacer?

¡Qué pregunta tan agradable, Emilia! Primero fui cuentista, luego dramaturgo. Mi obra narrativa tiene más premios que mi dramaturgia, una señal de que alguien la leyó y le concedió algún mérito. Cada relato mío posee objetivos particulares. Al principio, había búsquedas formales, yo cuestionaba la tradición, y eso es un juego difícil. Todavía sigo aprendiendo sobre ese género literario.

En estos momentos, ¿qué escribe y qué pueden esperar sus lectores y espectadores?

¿Ahora? Sólo tecleos en WhatsApp y Facebook. Si tengo algún lector o espectador, que no espere nada y, si siente curiosidad: puede leer lo que ya he escrito y publicado. Hasta que pase la sequía.

Dígame ¿cuáles influencias literarias han sido importantes para usted?

A mí me han impresionado primero Cervantes, luego Oscar Wilde, Alejo Carpentier, Ramón del Valle-Inclán, Rubén Darío, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Juan Bosch, Nicanor Parra, César Vallejo, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Pedro Mir, Manuel del Cabral, y siguiendo con los dramaturgos: Sófocles, Aristófanes, Shakespeare, Jean-Baptiste Poquelin (Molière), Bernard Shaw, Eugene O’Neill, Luigi Pirandello, Bertolt Brecht, Arthur Miller, Eugène Ionesco, Osvaldo Dragún, José Ignacio Cabrujas, Augusto Boal, Eugenio Hernández Espinosa y Alejandro Jodorowsky. Tantos contactos con autores clásicos y contemporáneos, junto a mis experiencias vitales, criaron aguas creativas eclécticas o fronterizas; porque me han influido los cómics, las radionovelas, la sociología, la historia, varios filósofos y cuenteros rurales a los que oía cuando era niño. Asimismo, el humor de Jimmy Sierra y el de María Ortiz (mi madre). Recibo críticamente vibraciones o auras de numerosos escritores clásicos, de pintores, de directores de cine, de autores de canciones, y, en estos días, me expongo a las ondas de Tabaré Cardozo y sus textos para la murga uruguaya Agarrate Catalina. Siento admiración y entusiasmo por los mejores creadores; sin embargo, yo escribo otros universos que brotan de mis neuronas. Siempre conservo esta convicción: cada quien, al crear desde su propio ser, territorio, cultura y sensibilidad, será original e independiente, como individuo único que es. Opino que deben erradicarse las etiquetas que subordinan a muchos autores valiosos a una influencia. Los originales maestros (europeos o estadounidenses) que influenciaron a escritores latinoamericanos y caribeños, también tienen influencias de otros maestros, y éstos de otros, y así hasta el infinito. Cuando la influencia literaria cruza el tamiz individual (que tiene biografía, territorialidad, cultura y otras circunstancias particulares), a pesar de ser un estorbo, parirá una creación única. Por supuesto, hablo de creadores auténticos, no de epígonos ni de impregnados. Leí, hace mucho, un ensayo de Osvaldo Pellettieri que trata este tema de manera profunda.

¿Guarda algún aprendizaje literario que quiera compartir?

Uno que ya todo el mundo sabe, pero que vale la alegría repetir: hay que leer a los clásicos, estudiarlos, disfrutarlos. Si no los conoces, ¿cómo podrás superarlos, aunque sea por un centímetro?