¿Dónde y cuándo aparece el amor?

No por casualidad el tema del amor y la amistad tiene en Casablanca nuestro centro de atención. Hay ahí al menos dos manifestaciones de amor que tienen mucho que ver con la vida real. Porque los amores que no llegan al puerto de la felicidad bien podrían llenar la historia de la vida de otros muchos planetas de la Vía Láctea. Probablemente, son más los amores imposibles, los que se quedaron en un proyecto de dos corazones, que los que se hicieron realidad. Las parejas se cuentan a veces una historia anterior de amor no consumado, pero casi nunca se revelan todas, y en innumerables ocasiones ese pasado que quedó en un baúl con la llave lanzada al mar nunca más se comparte. Sólo se siente en noches de pura melancolía.

Hay otra expresión de amor pleno que ha marcado desde siempre el destino de la humanidad y que el filme describe con destreza. El que nace de la consciencia de los valores humanos, del respeto al derecho a la vida y la dignidad humana.

Amor de amantes. Amor a la humanidad. De Casablanca se ha dicho que es una película de amor que no es exactamente romántica. O que es expresión máxima del amor imposible, y que su fin abre paso a la amistad no se sabe de qué dimensión. A lo primero remite la retumbante expresión de Rick a la amante que va a partir en un vuelo sin regreso. Ella le pregunta entre sollozos: "¿Y nuestro amor no importa?", para recibir como respuesta la tan repetida frase: "Siempre nos quedará París, no lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que tú llegaste a Casablanca". Colofón de una historia de amor imposible que muchos llevamos a cuestas.

La segunda manifestación de amor que nos regala el filme sale de la convicción política que marca la separación de Ilsa y Rick. Puede que se cuestione hasta dónde es amor la entrega a un proyecto, un ideal en un momento bélico, ante una afrenta a la humanidad, pero la devoción que entrañan esas actitudes tienen un marcado tinte amor total al prójimo. Es lo que evidencia Rick cuando toma la decisión de dejar partir a la mujer querida y fulminar con un disparo a quien lo impediría, con la convicción de que la causa antinazi se imponía a los sentimientos propios. Una actitud que deriva en la tan amistosa como desconsoladora frase que dijo a Louis para poner fin a la película: "Creo que este es el comienzo de una gran amistad". ¿De cuántas maneras podemos amar?

La amistad, fuente de satisfacción. Rojas Marcos parte de la realidad misma para dar otro consejo que todos podemos seguir, no importa en qué circunstancia nos encontremos, y que se resume en empeñarnos en amar y ser amados: "Las relaciones estables de cariño no sólo constituyen una fuente de satisfacción en la vida, sino que son además un antídoto muy eficaz contra los efectos nocivos de todo tipo de calamidades. Quienes se sienten genuinamente parte de un grupo solidario superan los obstáculos que se cruzan en su camino mucho mejor que quienes se sienten aislados sin una red social de soporte emocional.

El siquiatra cierra el comentario con una clarinada más cuando afirma que quizás por los beneficios señalados, a la largo de la historia, en todas las culturas, todos los seres humanos han buscado sin cesar "amar y ser amados".

Receta para que las relaciones duren

El compromiso de vivir felices para siempre se enfrenta cada día a la cotidianidad que atenta contra tal gran empresa. El siquiatra Luis Rojas Marcos ha abordado el tema en su libro "La Fuerza del optimismo" aportando una receta básica, a modo de recomendación para que las parejas logren preservar su relación por los años de los años: "Todas las relaciones amorosas requieren ‘alto mantenimiento’. Necesitan ser afinadas y renovadas periódicamente para responder a las demandas de la convivencia a largo plazo, y para resolver las exigencias, tensiones y contrariedades que emergen. Estos ajustes permiten responder oportuna y saludablemente a las vicisitudes esperadas e inesperadas, positivas y negativas: el nacimiento de un hijo, el éxito profesional, los agobios económicos, las enfermedades, las imposiciones de los hijos adolescentes rebeldes, o el cuidado de los padres ancianos". Las buenas relaciones, dice el especialista español, exigen entusiasmo para escucharse y comprenderse, motivación para perdonarse, flexibilidad para aceptar que cada uno es único e individual, esfuerzo para compaginar las necesidades contrapuestas de intimidad e iniciativa, dependencia y autonomía".