El carpintero: un ave a prueba de extinción
Aves. Los carpinteros eliminan plagas que afectan los bosques y la agricultura
San Juan, Puerto Rico. Cuando dije que el carpintero de nuestra isla (Melanerpes striatus) era un ave "a prueba de extinción", noté un gesto de asombro en la cara de Andrew Dobson, presidente de la Sociedad para la Conservación y el estudio de las Aves del Caribe (SCSCB), en cuyo XVI congreso presenté un trabajo el 19 de julio de 2007 sobre "Reproducción en cautiverio del Carpintero de la Hispaniola", auspiciado por la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
He participado ininterrumpidamente en los congresos de la SCSCB (la más importante sociedad conservacionista del Caribe insular) desde 1990. El lema de la reunión de este año fue: "Los humanos y las aves tienen derecho a compartir la misma Tierra", una imploración a nuestra especie a que sea más tolerante con los demás seres vivos del planeta.
La reacción de asombro del presidente de la SCSCB ante mi afirmación de la supuesta invulnerabilidad de nuestro carpintero estaba más que justificada, pues lo contrario, que cada vez aumenten los riesgos de extinción de las aves en ambientes isleños parece ser la norma. Sin embargo, mi declaración, aunque algo exagerada (ninguna especie animal está fuera de peligro), no era un simple ardid publicitario. Me refería al hecho de que esta especie endémica es todavía abundante en todo el país (excepto en las montañas altas) a pesar de que ha sido sometida a una guerra de exterminio que empezó hace más de 50 años y no ha terminado aún, bajo la acusación de que daña los frutos del cacao y los cítricos, sin que se hayan hecho nunca estudios sostenidos para determinar la verdadera magnitud del daño. Los pocos estudios realizados indican que la mayor parte de la dieta de los carpinteros la constituyen frutas silvestres e insectos dañinos a la agricultura y a los bosques. Hay que agregar que los huecos que hacen en los árboles para anidar sirven de nido a muchas otras especies como los murciélagos, el perico, la golondrina, la cuyaya, el trogon (Quetzal dominicano), que son usuarios secundarios de cavidades, ya que aunque anidan en huecos, son incapaces de construirlos.
Para implementar su campaña de exterminio, la Secretaría de Agricultura de la época recurrió al siguiente mecanismo: pagar 10 centavos a toda persona que le llevara una lengua de carpintero. Como la lengua de los carpinteros tiene una forma muy singular, única entre las aves de la isla, una lengua de carpintero constituía el "cuerpo del delito", prueba inequívoca de que el portador de la misma había matado a uno de estos "dañinos" depredadores.
La ejecución de esta macabra estrategia condujo a las más descabelladas interpretaciones. A nuestros campesinos se les ocurrió, tratando de encontrarle algún sentido a este absurdo, que la Secretaría las compraba para hacer agujas, porque las lenguas de los carpinteros son de acero. Todavía hoy mucha gente cree que es con la lengua que el carpintero hace los hoyos en el tronco de los árboles.
Pero mucho más estupefacta quedó mi audiencia cuando les comenté que, según algunos analistas, al carpintero lo habría salvado la corrupción, pues con las compras de lenguas de carpinteros se inició la primera actividad de lavado de dinero en el país. Quienes esto sostienen consideran que las lenguas que se reportan compradas son tantas, que de ser reales esas cifras ya no quedaría un solo ejemplar vivo, lo que los lleva a sospechar que las lenguas eran compradas y recompradas en un círculo doblemente vicioso. Por primera vez en nuestro país la corrupción estuvo al servicio de una causa noble.
guerrero.simon@gmail.com
Para implementar su campaña de exterminio, la Secretaría de Agricultura de la época recurrió al siguiente mecanismo: pagar 10 centavos a toda persona que le llevara una lengua de carpintero. Como la lengua de los carpinteros tiene una forma muy singular, única entre las aves de la isla, una lengua de carpintero constituía el "cuerpo del delito", prueba inequívoca de que el portador de la misma había matado a uno de estos "dañinos" depredadores.
La ejecución de esta macabra estrategia condujo a las más descabelladas interpretaciones. A nuestros campesinos se les ocurrió, tratando de encontrarle algún sentido a este absurdo, que la Secretaría las compraba para hacer agujas, porque las lenguas de los carpinteros son de acero. Todavía hoy mucha gente cree que es con la lengua que el carpintero hace los hoyos en el tronco de los árboles.
Pero mucho más estupefacta quedó mi audiencia cuando les comenté que, según algunos analistas, al carpintero lo habría salvado la corrupción, pues con las compras de lenguas de carpinteros se inició la primera actividad de lavado de dinero en el país. Quienes esto sostienen consideran que las lenguas que se reportan compradas son tantas, que de ser reales esas cifras ya no quedaría un solo ejemplar vivo, lo que los lleva a sospechar que las lenguas eran compradas y recompradas en un círculo doblemente vicioso. Por primera vez en nuestro país la corrupción estuvo al servicio de una causa noble.
guerrero.simon@gmail.com
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