El día en que conocí a Sabina

Joaquín sabina es un cronopio que ha dejado un legado indeleble a la prosa y a la canción urbana.

Durante más de veinticinco años he sido un devoto seguidor de este andaluz del "Bulevar de los sueños rotos" y que vive en el número siete de la "Calle melancolía". He seguido toda su carrera artística concierto tras concierto, producción tras producción, CD tras CD y siempre se renueva con esa prosa urbana y ese sentir cotidiano en sus canciones.

Cuando me enteré que volvía al país, luego de seis años de ausencia, me propuse conocerle a toda costa. Logré hacer algunos contactos que me llevaron a compartir, por unos instantes, de la magia de este "Pirata cojo" que ha perdido el "Mes de abril" y como si se tratara de las "Noches perdidas", realicé mi objetivo. Estuvo con un día de antelación a sus dos conciertos en el país y fui invitado a participar y compartir en una entrevista junto a él. Nunca había vivido la sensación de euforia que siente un fanático, sin embargo esta vez, "Resumiendo", parecía un quinceañero frente a su ídolo de rock.

Lucía "Tan Joven y tan viejo" como él siempre ha pregonado, había ganado una libritas de más que se notaban claramente en su cara, su voz, aunque siempre ronca y gutural, se escuchaba en buena forma. Me tocó sentarme en una mesa frente a él y escuchaba, con plena atención, las respuestas a una entrevista que no llenó las expectativas del artista, ya que en sus ojos mostraba el disgusto ante tantas preguntas de orden político y de desconocimiento real de su carrera.

Tenía en mis manos un ejemplar de su libro "Ciento volando de catorce", a la espera de poder sentarme en frente y pedirle que me lo dedicara. Misión cumplida.

Joaquín Sabina es un cronopio que ha dejado un legado indeleble a la prosa y a la canción urbana, las cuales nunca caerán "Donde habita el olvido" ya que siempre habrá un "Pacto entre caballeros" entre la vida, la muerte y él.

Toda la parafernalia que muestran los artistas en sus viajes, se reducían a casi cero en este caso. Sabina lució sencillo y humilde en todo momento, su equipo por igual. No logré percibir excentricidades ni exigencias desmedidas en su entorno, por el contrario, vi un grupo de amigos que trabajaban y disfrutaban juntos la magia de hacer arte a través de la buena música.

Antes del concierto del segundo día, estuvimos conversando un poco en el camerino en donde, con un toque de simplicidad, leía la prensa local y firmaba autógrafos al que podía llegarle. A su alrededor el mundo bullía, como "Conductores suicidas" en los toques finales antes de la salida, sin embargo él, inmutable, continuaba su amena charla sobre los acontecimientos locales.

Es un hombre que transpira una admiración por la mezcla de culturas y de razas, aprecia que su "Máter España" haya acogido esa diversidad, ya que según él, se fortalece.

En la actualidad hay muchos exponentes de la música, unos buenos, otros regulares y muchos malos; algunos muy comerciales, muy sentimentales o bien pensados; sin embargo, si buscamos dar un "reset" al "Ruido" en el cual vivimos, escuchemos con detenimiento las letras de este "flaco andaluz". Como dijera Joaquín Sabina, "No acostumbro a quitarme el sombrero ante nadie, pero ante su música, me lo quito".