El día que la Tierra se detuvo

La tesis plantea que sólo los extraterrestres pueden salvar la civilización humana de su autodestrucción

La película está basada en un guión de Edmund H. North de 1951.
SANTO DOMINGO. El cine fantástico se nutre de todo tipo de relatos, buena parte proviene de la literatura, otra del cómic, también de la ciencia y de la pseudociencia. En el género fantástico se inscriben aquellas películas de tipo catastrofista, y dentro de ellas, las de argumentos apocalípticos.

Es este caso se trata del remake de tipo apocalíptico, es decir, una película que recicla un guión de 1951, escrito por Edmund H. North, prolífico narrador de historias fantásticas, bélicas y vaqueradas.

El argumento central de este filme es la idea de que el ser humano se comporta como un virus en su relación con el planeta Tierra, en una constante adaptación, pero socavando poco a poco el equilibrio medioambiental que desembocará irremediablemente en el colapso: sólo una intervención extraterrestre podría salvarnos.

La historia

Keanu Reeves interpreta a Klaatu, un extraterrestre en cuerpo humano que llega a la Tierra en una gran esfera a entregar un ultimátum a los habitantes de la Tierra. La conducta irreflexiva de los humanos les ha llevado al borde de su propia extinción. Klaatu inicia el proceso de destrucción, pero la intervención de Helen Benson (Jennifer Connelly), una bióloga espacial, y su hijo, le creará dudas respecto a su misión.

El límite de lo creíble y lo increíble

En este tipo de películas es vital el establecimiento de un contrato tácito entre el director y el público. En otras palabras, el creador del relato propone un universo narrativo que contiene ciertas premisas que el espectador debe dar como válidas.

En esta historia es fundamental que la audiencia acepte como posible la vida extraterrestre, la superioridad técnica de una sociedad alienígena y la incapacidad del ser humano en el control medioambiental, entre otras cosas, de lo contrario el espectador abandona la sala de cine a los diez minutos. En tal sentido, el filme logra generar este contrato tácito y el relato se desenvuelve de modo eficaz. El límite entre lo creíble y lo increíble lo establece el desempeño dramático del actor a cargo del personaje protagonista. Reeves logra convencer con su dúctil rostro a la audiencia, que lo ha visto antes de policía, de amante enamorado y otros roles, sin embargo, consigue el vínculo necesario para otorgar la verosimilitud necesaria.

De lo verosímil a lo sublime

Para que un relato impacte en la psique del espectador debe inclinarse hacia lo sublime. Es decir, debe superar lo predecible y acercarse a un resultado estético superior. De lo contrario se cae en lo ya antes visto y la sorpresa del relato no es tal. Es lo que ocurre con esta recreación, que lejos de impactar, como pudo haberlo hecho el filme original, se queda en lo correcto, sin acercarse siquiera a lo sublime.

La dirección es sólida y su producción de alto nivel, pero sin el peso de lo creativo y lo sorpresivo, su intencionalidad de fondo no cala profundo. Es la música original de esta película la que contiene elementos novedosos, articulando una banda sonora creativa, dentro del género, pero brindando ciertos matices diferentes. Recomendable para quienes gustan de los relatos fantásticos, a sabiendas de que la novedad es muy limitada.

fICHA tÉCNICA


The day the Earth stood still

EE.UU. 2008. 103 minutos.

Dirección: Scott Derrickson

Guión: David Scarpa, basado en el guión de Edmund H. North (1951).

Fotografía: David Tattersall

Música: Tyler Bates

Intérpretes: Keanu Reeves, Jennifer Connelly, Jhon Cleese.