En la actualidad persisten los mitos socráticos

Según Sócrates, hombre y mujer existían fundidos en un mismo cuerpo

La gallina cacarea para alejar del nido a posibles depredadores.
Santo Domingo. Aunque los expertos en conducta animal tratan de evitar el antropomorfismo, error que pretende explicar la conducta de los animales con los mismos patrones de la conducta humana, la mayoría de la gente sucumbe todavía a esa tentación y cree, por ejemplo, que la gallina cacarea para avisar al Homo sapiens, su peor enemigo, que ya puede ir a comerse el huevo que acaba de poner. Hoy se sabe que esa conducta pretende, más bien, alejar del nido a posibles depredadores.

Otra creencia errónea pone en duda la honorabilidad de las gallinas. Algo injusto, pues a diferencia de las hembras de otras aves, las gallinas resisten el acoso sexual de los gallos, y sólo después de una violenta persecución se sacrifican y adoptan la postura copulatriz. Oí decir a una amiga española, refiriéndose a otra dama, "esa es más puta que las gallinas de Jericó".

El carpintero

En la era de Trujillo se inició una campaña de exterminio contra nuestro carpintero endémico. Al que llevaba una lengua de carpintero, prueba inequívoca de que había matado uno, le daban diez centavos. Esto se debe a que su lengua es tan peculiar, que no se parece a ninguna otra. Es larga, retráctil y con una suerte de arpón en la punta, que usa para sacar insectos y larvas de las hendijas de los árboles.

Tratando de encontrarle sentido a esta medida demencial, nuestros campesinos se inventaron una explicación igualmente absurda: que las lenguas de los carpinteros son de acero y el gobierno las compraba para hacer agujas.

He oído en nuestro país las ideas más alucinantes sobre la conducta de animales comunes. Por ejemplo, los perros machos orinan levantando una de las patas traseras, para orinar más alto y así marcar su territorio en postes y troncos de árboles, y evitar mojarse las patas delanteras. Mucha gente cree, sin embargo, que esta conducta es aprendida y que es una precaución que toman los perros, porque alguna vez uno de ellos murió aplastado por una pared.

Otro comportamiento que intriga a la gente es por qué los perros persiguen a los carros y cuando estos se detienen no saben qué hacer con ellos. Algo que se mueve es una propiedad de estímulo que excita a los animales de presa. A eso se debe que es más probable que un perro ataque a una persona que corre que a una que permanece inmóvil (aunque muy poca gente parece interesada en comprobarlo). Por otra parte, no existe evidencia experimental de la hipótesis según la cual los perros persiguen a los carros porque llevan un gato en el baúl.

La misteriosa cópula de los cánidos, mancornada y persistente, que despierta en los humanos una mezcla de curiosidad y envidia, tiene una explicación fisiológica: esta familia no tiene vesícula espermática, el órgano que hace salir el semen a presión, como en el hombre. Como en ellos el semen sale gota a gota, luego de la penetración, el pene se ensancha, impidiendo que la pareja se separe hasta que se complete la eyaculación.

Hay otra explicación posible. Según un mito socrático, en los tiempos primitivos hombre y mujer existían fundidos en un mismo cuerpo. Pero por soberbios, porque quisieron alcanzar el cielo, Zeus los castigó separándolos. Desde entonces deambulan sin poder escapar a la nostalgia de su antigua condición. Tal vez por eso se buscan desesperadamente y a ratos parece como si sus cuerpos quisieran fundirse. Tal vez por eso "la soledad después de la entrega", ya que cada acto de amor es un intento esperanzado, pero siempre infructuoso, de recuperar la unidad perdida.

El mito

Quizás el mito socrático de que hombre y mujer estaban fundidos en un mismo cuerpo, alcanza también a los perros, y por eso cuando estos animales hacen el amor nos parecen, según la gráfica imagen de Ligio Vizardi, "dos vivos eslabones forcejeantes de una larga cadena inmemorial".

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