"La supremacía Bourne", una historia con héroe nuevo
Espionaje acción, tiros y actuaciones convincentes
Santo Domingo. "La supremacía Bourne" es la segunda entrega de una serie que podría alargarse al infinito si el público acompaña al personaje Jason Bourne, que saltó de la novela al cine, llevando a la pantalla su frenética búsqueda de una identidad perdida.
Gracias a estas producciones, Matt Damon es la nueva estrella en el firmamento de los espías y se le augura larga vida, en la medida que los filmes de la serie James Bond empiezan a mostrar signos de agotamiento.
El mayor logro de la saga Bourne es el desarrollo de un argumento, que sin ser novedoso, implica una renovación del género, cuestión que para la industria es de vital importancia.
Otras películas han tratado el tema de la amnesia. Quizás la más relevante fue Memento, de Christopher Nolan (2000) , filme que llevó al límite las posibilidades de la pérdida de memoria en historias sobre asesinos.
La diferencia en esta producción está, por una parte, en la conexión con el tema del espionaje, y por otra, con la tipología física y habilidades técnicas del actor protagonista, pieza clave en este tipo de relato. Sin ir más lejos, en una inevitable comparación con Misión Imposible, hace la diferencia el hecho que en esta última es Tom Cruise el intérprete principal, cuya alta exposición en todo tipo de producciones no permite una proyección de largo plazo a dicha serie, que en televisión funcionó por años.
El mayor atractivo en este tipo de películas se encuentra regularmente en las escenas de enfrentamiento con el villano correspondiente; en ello, el director Greengrass se ocupó de construir un sólido asesino de asesinos, Kirill, un agente ruso. Interpretado con acierto por el actor neozelandés Karl Urban, quien saltó a la industria americana producto de su trabajo en El Señor de los Anillos. Hay en este personaje el contrapeso justo para que Damon se mantenga en primer plano.
Un nuevo héroe que es vulnerable
En esta segunda película, la producción encargó el filme a Paul Greengrass, director inglés de corta trayectoria, pero con amplio dominio en las escenas de acción, quien debió lidiar con un guión que se mantiene en el justo límite de lo creíble. Y es que en verdad llega a resultar risible que el protagonista burle a la CIA y las policías de Italia, Alemania y Rusia, dejando una estela de agentes magullados y carros destrozados en el camino. No obstante, hay elementos que se encargan de dar al filme cierta consistencia narrativa y un mínimo de credibilidad: se trata de un héroe vulnerable, que recibe incluso balazos, a diferencia de Bond, quien casi ni se despeina, al mejor estilo del prototipo establecido por el justiciero John Wayne allá por los años cuarenta del siglo pasado. También es interesante en el cierre con el pasado que realiza el protagonista, cuestión que completa los cabos sueltos de una historia que comenzó en la película anterior.
Como filme de acción funciona perfectamente y logra dar continuidad a una historia atractiva, lo cual si lo miramos bien, podría incluso ser mucho ya que, como es sabido, segundas partes nunca fueron buenas.
Recomendable como la dosis de necesarias vitaminas para mantener la ilusión del juego de espías.
La supremacía Bourne.
Estados Unidos- Alemania 2004.
108 minutos.
Dirección: Paul Greengrass
Guión: Tony Gilroy, basado en la novela de Robert Ludlum
Música: John Powell
Fotografía: Mitchell Amundsen, Oliver Wood
Intérpretes:
Matt Damon
Franka Potente
Brian Cox
Julia Stiles
Karl Urban
Gabriel Mann
Joan Allen
Marton Csokas
Otras películas han tratado el tema de la amnesia. Quizás la más relevante fue Memento, de Christopher Nolan (2000) , filme que llevó al límite las posibilidades de la pérdida de memoria en historias sobre asesinos.
La diferencia en esta producción está, por una parte, en la conexión con el tema del espionaje, y por otra, con la tipología física y habilidades técnicas del actor protagonista, pieza clave en este tipo de relato. Sin ir más lejos, en una inevitable comparación con Misión Imposible, hace la diferencia el hecho que en esta última es Tom Cruise el intérprete principal, cuya alta exposición en todo tipo de producciones no permite una proyección de largo plazo a dicha serie, que en televisión funcionó por años.
El mayor atractivo en este tipo de películas se encuentra regularmente en las escenas de enfrentamiento con el villano correspondiente; en ello, el director Greengrass se ocupó de construir un sólido asesino de asesinos, Kirill, un agente ruso. Interpretado con acierto por el actor neozelandés Karl Urban, quien saltó a la industria americana producto de su trabajo en El Señor de los Anillos. Hay en este personaje el contrapeso justo para que Damon se mantenga en primer plano.
Un nuevo héroe que es vulnerable
En esta segunda película, la producción encargó el filme a Paul Greengrass, director inglés de corta trayectoria, pero con amplio dominio en las escenas de acción, quien debió lidiar con un guión que se mantiene en el justo límite de lo creíble. Y es que en verdad llega a resultar risible que el protagonista burle a la CIA y las policías de Italia, Alemania y Rusia, dejando una estela de agentes magullados y carros destrozados en el camino. No obstante, hay elementos que se encargan de dar al filme cierta consistencia narrativa y un mínimo de credibilidad: se trata de un héroe vulnerable, que recibe incluso balazos, a diferencia de Bond, quien casi ni se despeina, al mejor estilo del prototipo establecido por el justiciero John Wayne allá por los años cuarenta del siglo pasado. También es interesante en el cierre con el pasado que realiza el protagonista, cuestión que completa los cabos sueltos de una historia que comenzó en la película anterior.
Como filme de acción funciona perfectamente y logra dar continuidad a una historia atractiva, lo cual si lo miramos bien, podría incluso ser mucho ya que, como es sabido, segundas partes nunca fueron buenas.
Recomendable como la dosis de necesarias vitaminas para mantener la ilusión del juego de espías.
La supremacía Bourne.
Estados Unidos- Alemania 2004.
108 minutos.
Dirección: Paul Greengrass
Guión: Tony Gilroy, basado en la novela de Robert Ludlum
Música: John Powell
Fotografía: Mitchell Amundsen, Oliver Wood
Intérpretes:
Matt Damon
Franka Potente
Brian Cox
Julia Stiles
Karl Urban
Gabriel Mann
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