Los pájaros contratacaron

Dos urracas, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, aterrizaron sobre la cúpula de la Media Naranja -gracias a César Suárez- la noche del miércoles y sorprendieron con un espectáculo rico para desmenuzar, a un público entregado, cómplice y añoñador que los esperaba como cosa buena.

Más allá de las dificultades con el sonido y el calor -el Palacio de los Deportes es el sitio más difícil de sonificar- que sufrieron algunos en determinados ángulos, el abarrotado estadio coreó hasta el delirio canciones como "19 días y 500 noches" o "Mediterráneo".

"Dos pájaros contratacan" es una puesta repleta de humor inteligente y, claro, de ironía y sarcasmo, sobre el candelero de la poesía. La puesta en escena se estructuró sobre un guión redondo, casi cinematográfico, eficiente y con un ritmo que sólo decayó cuando hablaban demasiado. Que hasta eso muchos lo disfrutamos, pero algunos no.

Porque hay que saber que hay público y público. Los que son capaces de soportar cualquier cosa a estos dos maestros complotados; y los que van a un espectáculo y porque pagan sus seis mil pesos se sienten con el derecho de fastidiarle la vida a los demás, como hizo un tal Franklin que cumplía años y era la segunda vez en su vida que iba a un espectáculo.

Para él y para todos, varios cambios de vestuario y sus complementos fueron sucediendo en la noche, mientras avanzaba la música -con coreografías incluidas- en el universo esperado, necesario y conquistable de quienes han marcado el antes y el después en un siempre que durará buen tiempo, en la canción poética iberoamericana.

Sobre las pantallas led del fondo, proyectaron imágenes especialmente creadas para el espectáculo. Dos urracas animadas -alter egos de los cantautores- y más adelante una animación del Titanic. Y también imágenes de obras plásticas o recreaciones de estas como las de Gaugin, otros autores y niños

La complicidad absoluta entre Sabina y Serrat y el cariño y respeto mutuos tienen de resultado "La Orquesta del Titanic", nuevo álbum sustentado en temas trascendentes. "Acuérdate de mí" o "Hoy por tí, mañana por mí"; "Cuenta conmigo" son algunas.

"Hace 40 años él estaba entre Dios, Maradona y Juan Luis Guerra", dijo en una broma interminable Sabina, sobre Serrat. ¿O fue al revés?

La agrupación musical, con 10 integrantes, tenía dos coristas con capacidad para refrescar las pupilas y para apoyar con sus voces a los dos bergantines de la felicidad, especialmente a un Serrat que en las graves perdía la voz, pero lo hacía con esa dignidad de los Maestros que siempre tendrán mucho qué decir.

El arsenal de canciones que incluyó "Mediterráneo"; "Una canción para la Magdalena"; "Tu nombre me sabe a yerba"; "La del pirata cojo"; "Esos locos bajitos"; "Más de cien mentiras"; "Yo no quiero" y muchas más, mezclaron ritmos e ironía, melodías y chispas (hasta un boche a gente que tiraba fotos). Y claro, la angustia porque regresen pronto con otro espectáculo tan cinco estrellas. ¡Pajarracos!