El WhatsApp

El cantante reflexiona sobre esta herramienta de comunicación

Wilfrido Vargas (Fuente Externa )

¿En algún momento de tu vida te ha pasado que hablas sin hablar, sin pronunciar palabra alguna? ¡Qué cosas las que podemos experimentar a través de los sentidos y nuestra mente!, ¡Esto es completamente emocionante!


Pero ¿te ha pasado en un chat? Si, en un chat, como por ejemplo el de WhatsApp.

Cada vez que entro a WhatsApp y la veo, encontrarnos ahí y sabernos “en línea”, eleva los niveles de alegría en ambos y de inmediato entra en juego la imaginación.

Esa presencia etérea genera gran emotividad; tanto que a veces ni nos atrevemos a mover un dedo para escribir una palabra. Eso es pura adrenalina. Pero a la vez, ese silencio, es como un silencio tipo yoga, que nos retrata como dos psicóticos que se ponen frente a un microondas; expectantes y concentrados, como si este fuera un televisor que va a transmitir algo. Jajaja ¡de locos!

En verdad, ni nos damos cuenta del tiempo. Pueden pasar horas y horas frente al celular en el chat de WhatsApp. Para nosotros, se pasa volando ese tiempo que invertimos intentando descifrar la dulce melodía interior en nosotros. Ese concierto majestuoso, logra desbordar mi capacidad de amar, dueño de ese deseo demencial inexplicable. ¿Por qué? ¿Cómo explicar este sentir? Podría acaso lo sobrenatural contextualizar aquella danza magistral desafiante de finos movimientos, que sobrepasa los límites de la realidad y la razón?

A ella no la busqué. Llegó ante mis ojos, sin imaginar esa magia especial que constituye el aliento y la motivación que te impulsa con agrado. Es como una fuente inagotable. Aquella fuerza capaz de exteriorizar y dar vida, en medio de ese silencio sepulcral, a ese ser astral, prohibido e inalcanzable que trasciende en el espacio; proporcionando el complemento que se viste de perfección inmaculada con la frágil ingenuidad que habita en nuestro interior.

Nadie lo creería, basta un pensamiento con su presencia y sorprendentemente, ella está allí, atónita ante tal coincidencia. Será telepatía? Cuando eso ocurre, solo puedo disimular la felicidad. ¿Pero cómo probar que es real e insólito? Lo podría explicar que esté en línea. Esta escena, pone en evidencia esa inspiración mutua y desbordada de necesidad. Con la más elegante y lujosa conjugación que produce la unión de dos mundos diferentes, con un máximo poder de conexión que conmueve hasta la misma ley de atracción e incluso a la ley de gravedad. Ese eclipse de energía pierde poder para los dos, y elevados levitando en medio del silencio de las palabras toma vida un lenguaje propio, para perdernos en la dimensión del pensamiento. Hablamos sin hablar! Esa infinita experiencia sin tabúes ni límites, hace que de repente nos invada una sensación que gobierna el cuerpo entero. Somos libres para descubrir, saborear y expresar todo lo que sentimos, como lo sentimos; sincero y sin filtros. Nos mostramos tal como somos. Esto lo hace inmensamente bello y complejo de entender...

Es más, cuando entre una ocupación y otra, pasa el tiempo y tomo de nuevo el teléfono con la ilusión de ver esas notificaciones en WhatsApp y no encuentro un mensaje ni una señal de humo que me deje saber que está ahí o sencillamente que se ha conectado, casi que sufro y literalmente dejo un punto (.), sí un punto, un punto para decir lo que no puedo decir o que si pudiera decir quedaría con ** por qué no apareces? ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

Ese punto (.), también queda haciendo las veces de puntos suspensivos (...); porque anhela ser completado con sus palabras o sus señales para no quedar allí, inmóvil, temeroso, solitario como un punto final. Y me puedo morir!!!
Cuando ella llega a su WhatsApp y encuentra ese punto (.), sabe que es nuestro “Punto de Encuentro”. Basta con un punto (.) de su parte, para afirmar que entre los dos aún queda mucho por decir, así estemos hablando sin hablar!

El componente de aventura que tiene esta comunicación es una delicia! Nos saca la sonrisa y dispara el resorte emocional que fácil te hace el día. En ocasiones, hasta logra abstraerme de espacios donde hay que desconectarse para conectar con tu día a día y lo que te rodea. Y uno embelesado en el chat.
Pero es que a veces, ante las pausas, uno de los dos se desespera y movido por la atracción emula el yoga, donde es obligatorio el silencio. Esa es la morada del gozo intenso.
Donde el tiempo también se detiene, es hipnótico contemplar la sensación extrasensorial que nos lleva por los senderos más exuberantes, jamás vistos por nadie terrenal, es un destello puro que se confunde en el cielo infinito, donde se abrazan las palabras que no se pueden pronunciar. Solo allí, en esa dimensión placentera, es donde toman significado y pueden retumbar. Saber que sigo en la senda donde cada día me espera este contacto con todo su esplendor, busco propiciar el encuentro y hasta cerrar los ojos para ver mejor. Porque como reza un proverbio Sioux “Ciertas cosas pueden capturar tu mirada, pero sigue solo a las que puedan capturar tu corazón”. Y me pregunto ¿Por qué llegaste a mi vida? Con el respeto más profundo, y sin intención de sindicar, explícame por favor. Qué es ese placentero agobio, esa paz insaciable. Pensar en romper ese silencio, concebir siquiera la idea de lastimarte, me atemoriza. No soy capaz. Eso me estremece, me sacude y me grita ¡¡¡Despierta!!! No olvides que al salir del chat de WhatsApp, esas manifestaciones se quedarán mudas por siempre. Tal vez parezca cobardía, pero en realidad no hay tal. Es simplemente la responsabilidad, que toma su puesto y pone a prueba el eterno conflicto entre la razón y el corazón. Es esa ilusión construida en la perfección más grande. En esa libertad responsable no quiero regresar a la realidad, es como tocar el cielo con las manos. Quiero rendirme y fundirme con ese ser maravilloso. ¡Dime que puedo tenerte en mis sueños y desvaríos!
¡No quiero despertar!
Mis respetos a quienes idearon y crearon el WhatsApp. Se merecen una fiesta. ¡¡¡Gracias!!!