Un lavado de cara

Hasta ahora, cuando adoptábamos una palabra procedente de otro idioma, solíamos escribirla un poco a la brigandina. Esta práctica da lugar a que una misma palabra aparezca escrita de mil y una maneras, con las consiguientes vacilaciones a la hora de elegir cuál es la forma correcta. Así sucede con el sustantivo yipeta (escrito *jeepeta, *jipeta, etc.) sobre el que se interesa un usuario de la sección de consultas de nuestra Academia Dominicana de la Lengua.

Y digo hasta ahora porque ya no tenemos excusa cuando se trate de adaptar un extranjerismo a nuestra lengua. La nueva ortografía académica incluye las recomendaciones básicas para que esta hispanización llegue a buen puerto ortográfico. Como en español la letra jota representa únicamente el sonido /j/ (como en jengibre, juez o joya), las palabras procedentes de otros idiomas en las que la jota representa un sonido similar a nuestro /y/ deben adaptar su grafía, sustituyendo la jota de su lengua original por nuestra ye; de igual forma procederemos si en el idioma de origen aparece una g + e, i representando el sonido /y/: el jacuzzi será yacusi y el manager será mánayer. Las tildes también se incluyen en el proceso de castellanización.

La duda de nuestro lector interesado queda resuelta. Un anglicismo en origen (jeep, pronunciado /yip/ en inglés) deriva en una palabra españolizada gracias al sufijo -eta, que comparte con otros sustantivos que nombran vehículos (camioneta, furgoneta, motoneta). Para no quedarnos cortos, castellanizamos también su escritura según nuestras normas ortográficas; un lavado de cara que nos deja una nueva palabra. Ya que las yipetas proliferan en nuestras calles, solo nos queda aprender a llamarlas por su nombre.

María José Rincón

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