Un mapa de esperanza para las aves de nuestra isla

La portada del libro auspiciado por el Grupo Jaragua en RD.
SANTO DOMINGO. El Grupo Jaragua (BirdLife en República Dominicana) realizó el lanzamiento oficial del directorio de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (Aicas). A continuación un resumen del prólogo escrito por el autor para ese directorio.

Este programa, establecido por BirdLife International desde el año 2002, es la iniciativa más ambiciosa y productiva para la conservación de la biodiversidad a escala mundial. La publicación recoge los trabajos hechos en República Dominicana por el Grupo Jaragua, con la colaboración de varias instituciones, tanto gubernamentales como privadas, mediante la implementación de una metodología sencilla, pero rigurosamente científica, que permite escoger lugares considerados importantes para las aves (y para la biodiversidad en general) usando criterios contundentes.

En base a un primer criterio, se recomiendan sitios donde viven números significativos de especies amenazadas, vulnerables o cuyas poblaciones declinan de acuerdo a listas de organismos internacionales como el libro rojo de BirdLife. Ejemplos de esto lo constituyen las islas Cabritos y Alto Velo, siendo la primera la zona donde vive la mayor población de Iguanas Ricordi (Cyclura ricordi), una especie en peligro crítico, y la segunda el hogar de una especie de lagarto (Anolis altavelensis) endémico de esa isla.

Las aves son una hermosa excusa, pero el objetivo final de este programa es la conservación de los hábitats, única estrategia que garantiza la supervivencia de todas las formas de vida en esos ecosistemas vulnerables. Las aves han sido siempre los organismos más fascinantes para el hombre.

Las aves son también un extraordinario indicador de la contaminación, pues su alto metabolismo las hace muy sensibles a los cambios del ambiente y son de las primeras en sufrir sus efectos. Fue gracias a un ave, el halcón peregrino (Falco peregrinus), que se dejó de usar el DDT cuando se descubrió que este pesticida era el responsable de la disminución de las poblaciones de esta especie, porque debilitaba los cascarones de sus huevos.

La mayor aportación de las Aicas es que corrigen una interpretación equivocada del concepto de áreas protegidas: la percepción errónea de que si tenemos muchas áreas protegidas, podemos descuidar los demás ecosistemas. Esa idea es particularmente peligrosa en países isleños como el nuestro, con la mayor variedad de ecosistemas en el Caribe, con un alto endemismo, pero con ecosistemas frágiles y fragmentados por un desarrollo caótico y desenfrenado.

En el Caribe insular cada pequeño espacio cuenta y hay que defender la biodiversidad a cualquier lugar.

Aunque el panorama es desalentador, pues más del 10% de las aves del área podrían desaparecer debido a la destrucción de sus hábitats y a la introducción de animales y plantas de otros países, debemos desarrollar las Aicas en toda la región, para garantizar la conservación a largo plazo y evitar que se pierdan estos remanentes del paraíso.

Estamos al borde de otra ola de extinción masiva, pero debemos enfrentar con entusiasmo el desafío. Aunque hemos perdido mucho, todavía tenemos mucho que salvar.