¿Cómo mata el coronavirus? Científicos descubren una conducta violenta en todo el cuerpo

La revista Science publicó un extenso reportaje con datos y entrevistas a especialistas de la medicina

Trabajadores cargan un ataúd en el cementerio Monumental de Turín, Italia. (AP)

El reportaje contó con la participación de los periodistas Meredith Wadman, Jennifer Couzin-Frankel, Jocelyn Kaiser, Catherine Matacic, y los informes del medio sobre el COVID-19 tienen el respaldo y aprobación del Pullitzer Center.

“Mientras el número de casos confirmados del COVID-19 superan los 2.2 millones globalmente y las muertes sobre pasan las 150,000, médicos y patólogos luchan para comprender el daño efectuado por el coronavirus mientras corre por el cuerpo. Ellos se han percatado de que aunque los pulmones es la principal zona de impacto, puede alcanzar y extenderse a muchos órganos, incluyendo el corazón, los vasos sanguíneos, riñones, el intestino y el cerebro”, explica el trabajo.

“(La enfermedad) puede atacar casi cualquier cosa en el cuerpo con consecuencias devastadoras”, dijo al medio el cardiólogo Harlan Krumholz, de la Universidad de Yale y el Yale-New Haven Hospital, quien lidera múltiples esfuerzos para recopilar data importante sobre el COVID-19. “Su ferocidad es impresionante y nos hace más humildes.”

En casos recientes, la coagulación de sangre ha transformado a casos leves en emergencias potencialmente mortales. Otros presentan niveles muy bajos de oxígeno en la sangre, sin embargo, no tienen problemas para respirar.

Lo que sigue es una gráfica sobre lo que se conoce de la rápida evolución de cómo el virus ataca las células alrededor del cuerpo, especialmente en aproximadamente el 5% de los pacientes que se enferman gravemente.

Cómo el virus ataca el corazón y los vasos sanguíneos es todavía un misterio, explican los periodistas. Docenas de documentos no obstante atestiguan que el daño es común.

En marzo, una publicación del JAMA Cardiology documentaba las lesiones en casi el 20% de 416 pacientes hospitalizados por COVID-19 en Wuhan, China. En otro estudio de Wuhan, 44% de 138 pacientes padecían de arritmias.

Por otra parte, esta alteración parece extenderse a la sangre misma. Entre 184 pacientes con COVID-19 en una emergencia de cuidados intensivos holandesa, el 38% tenía sangre que coagulaba anormalmente y casi un tercio ya tenía coágulos, según un artículo del 10 de abril en Thrombosis Research. Los coágulos de sangre pueden separarse y aterrizar en los pulmones, bloqueando arterias vitales, una condición conocida como embolia pulmonar, que según los informes ha matado a pacientes con COVID-19.

Los coágulos de las arterias también pueden alojarse en el cerebro y causar un derrame cerebral. Muchos pacientes tienen niveles “drásticamente” altos de dímero D, un subproducto de los coágulos sanguíneos, dice Behnood Bikdeli, becario de medicina cardiovascular en el Centro Médico de la Universidad de Columbia.

“Cuanto más miramos, más probable es que los coágulos de sangre sean un jugador importante en la gravedad y mortalidad de la enfermedad por COVID-19”, dice Bikdeli.

Otras afecciones en el cerebro y los intestinos pueden ser por múltiples razones, pero los científicos continúan recopilando data y analizándola.

Los intestinos no son el final de la marcha de la enfermedad a través del cuerpo. Por ejemplo, hasta un tercio de los pacientes hospitalizados desarrollan conjuntivitis (ojos rosados y llorosos), aunque no está claro si el virus invade directamente el ojo.

Otros informes sugieren daño hepático: más de la mitad de los pacientes con COVID-19 hospitalizados en dos centros chinos tenían niveles elevados de enzimas que indicaban lesiones en el hígado o los conductos biliares, según dos preimpresiones. Pero varios expertos le dijeron a Science que la invasión viral directa no es el culpable. Dicen que otros eventos en un cuerpo defectuoso, como las drogas o un sistema inmune en sobre marcha, es más probable que causen daño hepático.

“Este mapa de la devastación que COVID-19 puede infligir en el cuerpo todavía es solo un boceto. Tomará años de investigación minuciosa para aclarar la imagen de su alcance, y la cascada de efectos cardiovasculares e inmunológicos que podría poner en marcha. A medida que la ciencia avanza, desde sondear tejidos bajo microscopios hasta probar medicamentos en pacientes, la esperanza es que los tratamientos sean más astutos que el virus que ha detenido al mundo”, concluye la publicación.

___

*Escríbanos sus inquietudes, sugerencias y comentarios a redaccionusa@diariolibre.com