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Béisbol invernal
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Las Estrellas enterraron el maleficio

“La mala racha se enterró con el triunfo y ahora vamos nosotros al batear”

El gigante despertó después de permanecer cincuenta años dormido y, con el pueblo petromacorisano, salió a las calles a festejar con alegría, rabia y hasta lágrimas el triunfo de las Estrellas Orientales y lanzar al mar el maleficio que lo mantuvo tanto tiempo sin brillar.

En la hamaca dormían cincuenta años y la gente se expresó con todo lo que pudo, todos confluyeron en el Malecón y muchos proclamaban que iban tirar al mar, para que las olas se lleven bien lejos, el fucú. “Vete, vete muy lejos de aquí”, parecían decir todos al unísono y con voz retumbante.

Esa fue la impresión que se llevó todo el que vio o participó en el multitudinario desfile triunfal de las Estrellas Orientales el sábado 26, un acto de solidaridad el pueblo del nombre indígena. El lar de nacimiento de Rico Carty, Amado Samuel, Chico Conton, Alfonso Soriano, Rafaelín Ramírez, Robinson Canó, Pedro González, Tetelo Vargas y otras estrellas que escribieron con letras doradas su paso por el béisbol profesional tanto del país las Grandes Ligas, Japón, México, Venezuela y otros lugases.

Gente en carros, camiones, motocicletas a pie se derramaron por calles y barrios danzando al compás de la música propagada por potentes bocinas instaladas en miles de vehículos.

Parecía que de las vetustas centrales azucareras y de las cuencas más remotas del río Higüamo se pusieron en marcha las viajas locomotoras, catarey y carretas tiradas por bueyes para guiar, en triunfal procesión, a los petromacorisanos detrás de la corona conquistada en buena lid.

Una mujer de más de 70 años, con una desvaída gorra de las Estrellas, cuya visera estaba hacia atrás, que vió el triunfo de su equipo en 1968, dijo a todo pulmón a los cuatro vientos: “La mala racha se enterró con el desfile del pueblo y los demás equipos que se amarren bien la correa porque ahora los serie 23 vienen al bate”.

Para muchos el desfile fue como un despojo.

El verde de los cañaverales brilló más quenunca por lo alto, en banderas, cachuchas, de gente que por la alegría que mostraban parecía que habían venido al mundo con el triunfo de las Estrellas Orientales.

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