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Islandia al Mundial, un éxito que no es fruto del azar

REIKIAVIK. “¡Huh!”: la selección islandesa de fútbol continúa haciendo vibrar a todo el país con su ya famoso grito vikingo después de su partido histórico contra Kosovo el lunes, en el que consiguió su clasificación por primera vez para un Mundial, un éxito que no es fruto del azar.

Islandia derrotó por 2-0 a Kosovo y se convirtió en el país con menos habitantes (apenas 340.000) en disputar una fase final de una Copa del Mundo.

Al final del partido y pese al frío, los aficionados de los Vikingos festejaron la clasificación en la plaza Ingolfstorg y rindieron homenaje a un equipo que les sigue haciendo soñar desde que se presentó al mundo futbolístico en la pasada Eurocopa-2016.

“Seremos el país más pequeño en haber alcanzado nunca una fase final mundialista”, se entusiasmo Maria Saevarsdottir. “¡Soy muy feliz!”.

Revelación de la Eurocopa disputada en Francia, Islandia sedujo e impresionó a toda la afición futbolística al alcanzar los cuartos tras empatar con Portugal (1-1), a la postre campeón, en la fase de grupos y eliminar a Inglaterra en octavos, en su primera participación en un gran torneo internacional.

- La influencia de Lars Lagerbäck -

Este martes, la pequeña isla volcánica, que apenas cuenta con 140 clubes, se despertó aún sorda tras la estruendosa ‘Viking clap’, de la víspera; esa celebración en la que jugadores y afición dan palmas y gritan el famoso “¡huh!” al ritmo creciente que marca un tambor.

“Islandia logró una de las clasificaciones más limpias de la zona europea y no viaja a Rusia como pasajero clandestino”, destacó el diario Visir.

El combinado islandés (22º en el ránking FIFA) acabó primero del grupo I de la zona europea, por delante de Croacia (18º), la selección que privó a los isleños del sueño mundialista hace cuatro años en la repesca.

En los últimos años, Islandia ha logrado construir un equipo de internacionales que juegan actualmente en los grandes campeonatos europeos, a imagen del jugador del Everton, Gylfi Sigurdsson.

Hace apenas un par de décadas, la selección estaba formada aún por jugadores amateurs que jugaban en el campeonato nacional y que estaban condenados a defenderse para no encajar goleadas.

La construcción de campos cubiertos y artificiales ha permitido a los internacionales actuales, todos profesionales y que juegan en campeonatos extranjeros de Escandinavia, pero también de Inglaterra, España o Italia, jugar de tú a tú ante cualquiera de sus rivales en Europa.

Una evolución que no ha afectado al buen ambiente de la selección, según constata Vidar Halldorsson, sociólogo del deporte y autor del libro “¿Cómo los países pequeños llegan al nivel internacional?”.

“Tenemos el espíritu de amistad, la cohesión de equipo y el sentido del sacrificio. No tenemos grandes egos que puedan perjudicar al equipo”, explica a la AFP.

Para crecer, los islandeses también contaron con el veterano técnico sueco Lars Lagerbäck, que fue su seleccionador de 2011 a 2016.

Exseleccionador sueco, Lagerbäck había logrado clasificar al combinado de su país a cinco grandes torneos entre 2000 y 2009, antes de hacerse cargo de la selección nigeriana y después de la islandesa.

¿El secreto para llevar al equipo a la victoria? La organización.

“Cuanto más organizado está el equipo, más opciones tienes de ganar”, explicó en una entrevista a la revista Scandinavian Traveller en 2016.

“Por eso, el fútbol es el único deporte en el que un equipo de tercera división puede ganar a uno de primera”, añadió.

- “No hay nadie mejor que vosotros” -

El mundo empieza a conocer bien ahora a este equipo y a este país de fútbol, actualmente entrenado por Heimir Hallgrimsson, el antiguo asistente de Lagerbäck.

“Islandia aún crece y se invita a la escena internacional”, destacó la FIFA.

Esta clasificación ha emocionado también al planeta fútbol. El danés Peter Schmeichel, considerado el mejor portero del mundo en 1992 y 1993, felicitó a la selección vecina: “No hay nadie mejor que vosotros”, escribió en Twitter.

Incluso los políticos están eufóricos. “Quizá somos pequeños, pero hemos transformado una debilidad en una fuerza”, comentó el presidente islandés Gundi Johannesson, entrevistado por la AFP en Reikiavik.

El legado de Lagerbäck sigue presente en Islandia. “Ya hemos ido a Rusia y hemos escogido nuestro cuartel general que servirá de base, hemos elegido un hotel y otras cosas”, aseguró este martes la presidente de la federación Klara Bjartmarz al canal RUV.

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El “milagro” islandés: orden, fe y una comunión única con la hinchada

Copenhague. Islandia coronó anoche con su triunfo contra Kosovo su lustro dorado con una gesta única: nunca un país tan pequeño se había clasificado para la fase final de un Mundial.

Este país nórdico de casi 340.000 habitantes superó a Trinidad y Tobago, que con una población de 1,4 millones fue a Alemania 2006, y también su propia hazaña de jugar por primera vez hace dos años un torneo final, la Eurocopa de Francia, donde eliminó a Inglaterra y llegó a cuartos.

El “milagro” islandés tiene su origen en la gran transformación que inició la Federación de Islandia a principios de siglo al construir instalaciones cubiertas para jugar y entrenarse todo el año e impulsar la formación de técnicos y jugadores.

Los frutos se empezaron a ver en 2011, con el pase histórico a la Eurocopa sub-21 de Dinamarca, aunque por aquel entonces la selección absoluta quedó penúltima en su grupo de clasificación y no estaba ni entre las cien primeras en el ránking de la FIFA.

La llegada al puesto del seleccionador del sueco Lars Lagerbäck, que había llevado a su país a jugar cinco fases finales seguidas, fue clave: le dio orden y solidez y fue renovando el equipo, dando paso a la generación dorada de Gylfi Sigurdsson, Alfred Finnbogason, Birkir Bjarnasson y el capitán Aron Gunnarsson.

Islandia se quedó a las puertas de Brasil 2014 -cayó en la repesca contra Croacia-, pero no falló dos años después, sacando billete para la Eurocopa con dos partidos por jugarse en un grupo con la República Checa, Turquía y Holanda, a la que ganó dos veces.

En Francia, aparte de una actuación brillante, dejó para el recuerdo un rito: toques de tambor, palmadas y un rugido, “¡uh!”, que se suceden acelerando el ritmo hasta concluir en una explosión.

Aunque copiado de hinchas escoceses, ese grito ha sido asumido propio, quizás porque casa con la rudeza de los vikingos y la mentalidad islandesa de trabajo duro y arrojo en un medio inhóspito.

“Después de la Eurocopa creía que sería difícil motivar a los jugadores. La primera cerveza tras una gran fiesta no es la mejor.

Era difícil volver al día a día después de algo así”, admitió anoche el seleccionador, Heimir Hallgrímsson.

Dentista de profesión, fue primero ayudante de Lagerbäck y asumió el puesto hace un año cuando el sueco dejó el cargo.

No ha variado nada la forma de jugar -orden, juego físico y contraataque-, ni tampoco tradiciones tan especiales como reunirse en su bar con la “Tolfan” (La Doce), principal organización de hinchas islandeses, antes de los partidos en casa de la selección.

Fue al propio Heimir Hallgrímsson al que se le ocurrió cinco años atrás acercarse al bar de los aficionados un par de horas antes de un partido para hablar sobre el once inicial y la táctica, y esa costumbre se mantiene, con el compromiso de no filmar ni filtrar nada a la prensa, a pesar de que ahora acudan centenares de hinchas.

“Sé que le parecerá estúpido a la gente de otros países que el seleccionador nacional vaya al pub a hacer esto antes de partidos importantes. Pero creo que es algo que nos hace diferentes y que ha reforzado la conexión entre aficionados y equipo”, confesaba hace unos meses el técnico a la página web de la FIFA.

Esa conexión quedó de manifiesto anoche en la céntrica plaza de Ingolfstorg de Reikiavik, donde los jugadores -con el lema “Mundial 2018, por Islandia” en las camisetas- festejaron sobre un escenario con los hinchas, una celebración en la que no faltó el “¡uh!”.

“Aunque seamos una pequeña nación, hemos demostrado que podemos con todo”, reflexionaba el presidente islandés, Gudni Th.

Jóhannesson, que siguió el partido en el estadio Laugardalsvöllur en medio de los aficionados, como ya hizo en la Eurocopa.

El primer ministro, Bjarni Benediktsson, había posado horas antes con la camiseta nacional y sosteniendo la bandera islandesa, y no dudó más tarde en bajar a vestuarios y fotografiarse con el capitán, además de tuitear, en un juego de palabras con reminiscencias cinematográficas: “A Rusia con amor”.

“Es realmente extraño, no sé qué decir. Quiero decir... Pelé, Maradona, Aron Gunnarsson”, decía anoche el seleccionador, que dejó también un críptico comentario: el histórico pase al Mundial es solo parte de “un largo viaje hacia el objetivo final”.

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