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Peligroso juego de culpas de EEUU y China es totalmente contraproducente

Se necesita una investigación sobre los orígenes de COVID-19 para aprender lecciones importantes

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Peligroso juego de culpas de EEUU y     China es totalmente contraproducente
Representación del coronavirus.

Los futuros historiadores podrían afirmar que la pandemia de COVID-19 marcó el comienzo de una nueva guerra fría entre China y EE.UU. Incluso antes de que surgiera el coronavirus, las tensiones entre Washington y Beijing estaban aumentando. China había desafiado el poder de EE.UU. en el Pacífico, mediante la construcción de una cadena de bases militares en el Mar del Sur de China. En EE.UU. la administración Trump había iniciado una guerra comercial.

Ahora a medida que la pandemia causa estragos en la economía mundial, con más de una cuarta parte de las muertes del mundo en EE.UU. Donald Trump está culpando cada vez más a China. El presidente estadounidense ha respaldado la idea de que el coronavirus se originó en el Instituto de Virología de Wuhan. También ha especulado que podría haber sido fabricado deliberadamente, una idea que sus propias agencias de inteligencia han repudiado explícitamente. También se informa que la Casa Blanca está interesada en tratar de anular la doctrina legal de la “inmunidad soberana”, que protege a China de ser demandada por daños en los tribunales estadounidenses.

China también ha contribuido fuertemente al aumento de las tensiones. Zhao Lijian, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, ha planteado la idea sin evidencia de que el coronavirus podría haberse originado en EE.UU. Beijing también ha respondido con una agresión irrazonable a los llamados para una investigación internacional sobre lo que ahora es un desastre global. Cuando el primer ministro australiano, Scott Morrison, solicitó dicha investigación, el embajador chino en Australia planteó la idea de que los consumidores de su país podrían boicotear los productos australianos en represalia.

Los funcionarios chinos parecen estar bajo instrucciones de tratar de extender su propio régimen de censura a los medios extranjeros e incluso a gobiernos extranjeros, vigilando lo que se puede decir y amenazando con represalias contra quienes no cumplan con esas instrucciones. El embajador chino en Francia atacó la “malevolencia” de los medios de comunicación franceses y se jactó de que las personas en el Occidente está perdiendo la fe en la democracia. Algunos funcionarios abiertamente nacionalistas, como el Sr. Zhao, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, han sido recompensados con promociones. Pero estos esfuerzos son contraproducentes y están fomentando el sentimiento anti-chino que están tratando de reprimir.

Si Beijing adoptara un enfoque más sutil en su esfuerzo por proteger la imagen de China, estaría de acuerdo con una investigación internacional sobre los orígenes del virus. Tal investigación, si fuera realizada por científicos respetados de todo el mundo, incluyendo de China y EE.UU. ayudaría a minimizar algunas de las teorías conspirativas, y a menudo contradictorias, que están circulando en ambos países. Sobre todo, una investigación independiente podría proporcionar lecciones valiosas para evitar la próxima pandemia.

Por supuesto, es poco probable que Beijing acepte tal investigación. Si China permitiera una investigación realizada por extranjeros de los acontecimientos en el país, sería presentado como una humillación por los nacionalistas. El gobierno chino también es despiadado cuando se trata de proteger la imagen tanto del partido comunista como del presidente Xi Jinping. Una descripción honesta de las primeras etapas de la pandemia, y la intimidación de los médicos que intentaron sonar la alarma, dañaría al partido. También podría ser cierto que China tiene otros secretos dañinos que desea ocultar.

China también tiene razones legítimas para dudar de la buena fe del Sr. Trump, quien constantemente alude a las teorías conspirativas y quien ha repetido “noticias falsas” mientras afirma denunciarlas. Es probable que este comportamiento empeore aún más a medida que se acerquen las elecciones presidenciales de noviembre ens EEUU. Sin embargo, si China aceptara los llamados para una investigación internacional, el Sr. Trump no sería la persona encargada de redactar los términos de referencia. Otras partes, incluyendo a la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea (cuyo presidente de la comisión también solicitó una investigación) podrían ayudar a garantizar la objetividad del proceso.

¿Creo que ocurrirá una investigación de este tipo? Realmente no. Pero en ausencia de una investigación independiente, es probable que el juego de culpas entre EEUU y China se intensifique y se vuelva más peligroso.

Incluso antes de la pandemia, había un fuerte argumento para que Occidente endureciera su línea con China en una variedad de asuntos, desde Taiwán y Hong Kong, hasta la inversión en industrias estratégicas. Pero ahora hay el riesgo de que un restablecimiento razonado y basado en principios de las relaciones con China se deslice hacia algo más peligroso.

Hay un elemento innegable de xenofobia en algunos de los ataques contra China que están ocurriendo en el Occidente, lo cual ha impulsado una serie de ataques verbales y físicos contra los asiático-estadounidenses en EEUU. Políticos estadounidenses de alto nivel, como el senador republicano Tom Cotton, están haciendo una campaña para evitar que los estudiantes chinos se inscriban en cursos técnicos como inteligencia artificial y computación cuántica en universidades estadounidenses. Incluso hay fanáticos en Washington que insisten en que EE.UU. debe incumplir el pago de su deuda con China.

Mientras tanto, en China, el giro nacionalista que se le dio al currículum escolar hace 30 años, después de la masacre de la Plaza Tiananmén, ha generado una generación enojada, rápida para ofenderse por supuestos desaires por parte de extranjeros y ansiosos por demostrar el poder chino. Esos sentimientos son alimentados por un gobierno que quiere desviar el descontento del pueblo lejos del propio partido comunista.

En el peor de los casos, esta ira en ambos lados conducirá no sólo a una guerra fría, sino a una guerra caliente: un verdadero conflicto armado. Tanto EE.UU. como China necesitan salir de ese camino peligroso. El primer paso sería aceptar una investigación internacional independiente sobre los orígenes de COVID-19.

©The Financial Times Ltd, 2020. Todos los derechos reservados. Este contenido no debe ser copiado, redistribuido o modificado de manera alguna. Diario Libre es el único responsable por la traducción del contenido y The Financial Times Ltd no acepta responsabilidades por la precisión o calidad de la traducción.?

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