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Los 40 años de lazos diplomáticos entre China y EE.UU.

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Los 40 años de lazos diplomáticos entre China y EE.UU.
Comercio mundial a la expectativas del conflicto China-EE.UU. (FOTO ARCHIVO.)

Dudas, inestabilidad e incertidumbre son algunos de los términos que mejor definen las actuales relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos, que cumplen hoy su cuadragésimo aniversario agriadas por las constantes acusaciones mutuas y su espinosa disputa comercial.

Expertos de ambos lados coinciden en que los lazos atraviesan su momento más crítico desde aquel 1 de enero de 1979 en que Washington decidió reconocer a Pekín en detrimento de Taipéi.

Para Tong Zhao, analista del centro de estudios Carnegie-Tsinghua, no parece que los litigios vayan a solucionarse a corto plazo en un momento en que “la desconfianza mutua ha alcanzado cuotas nunca vistas”, y apunta a una renovada rivalidad ideológica como principal escollo.

“La relación bilateral ha llegado a un punto crítico. La creciente desconfianza se debe a que los dos países defienden sistemas de valores que cada vez son más conflictivos entre sí y que incuba muchos de sus malentendidos”, explica Tong a Efe.

El experto cree que “será difícil” evitar nuevos enfrentamientos y pugnas dialécticas en ámbitos como comercio, diplomacia, seguridad y defensa o derechos humanos.

“No hay manera de solucionar estos problemas subyacentes. Washington le pide a Pekín reformas económicas estructurales, y el problema de fondo es que las autoridades chinas están convencidas de que cambiar su modelo implica correr demasiados riegos para la estabilidad económica y política del país”, señala.

La consecuencia es que “los desacuerdos se amplificarán en asuntos como los de Taiwán, el Mar de China Meridional o en cómo abordar la amenaza nuclear de Corea del Norte”, añade.

Algunas de estas cuestiones han marcado la agenda bilateral en los últimos 40 años, como las quejas de Pekín por la venta de armas estadounidenses a Taiwán o las condenas de Washington a las violaciones a los derechos humanos en China, especialmente tras la masacre de Tiananmen de 1989.

Mientras, China trata de ganar tiempo a la espera de acontecimientos con repetidos llamamientos a la calma y declaraciones que enfatizan el “compromiso” alcanzado entre los presidentes de conseguir una relación “saludable”.

“Todavía hay gente en EEUU que está confusa y tiene dudas”, señaló el pasado jueves la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China Hua Chunying al comentar sobre el aniversario.

“Como dijo el antiguo filósofo chino Confucio, cuando un hombre cumple 40 años, no debería tener dudas”, aleccionó Hua, y añadió que la conclusión de esta etapa es que “los dos países se benefician de la cooperación y pierden en la confrontación”.

La efeméride coincide con la fecha acordada para posponer de manera temporal incrementos arancelarios mientras negocian un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial.

Las negociaciones han avanzado estas últimas semanas con medidas de buena voluntad de ambas partes, aunque se han visto salpicadas por el conflicto diplomático surgido de la detención de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, arrestada en Canadá a petición de Washington por supuestas violaciones de las sanciones económicas a Irán.

China ha reaccionado furiosamente ante esta detención, vista como un ataque al sector tecnológico y de innovación que pretende desarrollar, y que se enmarcaría en la pugna por la futura hegemonía tecnológica.

Desde el otro lado del Pacífico, James H. Nolt, experto en China y profesor asociado de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nueva York, pronostica “episodios de conflicto similares” a corto plazo, que se alternarán con “cortos periodos de tregua”.

“La mayoría de los problemas están relacionados con la rivalidad empresarial, porque la economía China es ya mucho más competitiva que la de EEUU, que ha visto una desaceleración de su productividad y capacidad de inversión”, comenta Nolt a Efe.

Pero las tensiones no sólo alcanzan el ámbito comercial sino que también tocan la delicada situación en Taiwán y las disputas territoriales en el Mar de China Meridional, formando un polvorín que podría estallar en cualquier momento.

“Las relaciones podrían mejorar tras la renuncia del secretario de Defensa James Mattis, quien pensaba que Trump no recelaba lo suficiente de China. Pero el acuerdo comercial estará por delante de cualquier otro aspecto de la relación”, asegura.

Antes de cesar, Mattis identificó a China y Rusia como “países que quieren configurar el mundo según su modelo autoritario”, una acusación que el Ministerio de Defensa chino calificó de “falsa”.

Según Nolt, uno de los retos para China es, precisamente, aprovechar el espacio que deja Trump, reacio a cooperar en organizaciones internacionales, para ganar terreno y reforzar a largo plazo su nuevo papel como gran potencia.

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